Sunday, October 15, 2023

El Aprendizaje Doloroso

Hebreos 12:11
Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que por medio de ella han sido ejercitados.

¿Por qué sentimos dolor? ¿Por qué nos duele? Hay numerosas razones. Sentimos dolor físico para evitar daños a nuestro cuerpo. Cuando le dice a un niño que no toque la estufa, lo escucha, pero no lo entiende hasta que toca la estufa. Sus dedos envían una señal en menos de un segundo: “Esto duele, muévete”. Y mueven la mano mientras empiezan a llorar de dolor. El dolor físico protege y enseña. El dolor emocional funciona de la misma manera. Cuando un niño es abandonado por sus padres, ellos también lloran, al menos al principio. ¿Por qué? No les gusta la sensación de estar abandonados/separados por el confort que desarrollan en casa. Lloramos cuando nos sentimos traicionados o heridos por aquellos en quienes confiamos o conocemos. El dolor emocional también tiene un propósito. Se nos da la oportunidad de crecer y madurar en cómo nos hacen sentir los demás y en lo que hacemos para causar dolor en la vida de los demás. El dolor emocional es un arma de doble filo para los humanos. Causamos dolor emocional y lo recibimos regularmente porque no entendemos nuestros corazones manipuladores.

Tardamos en aprender (a veces no aprendemos en esta vida) lo egocéntricos que somos. Anhelamos creer que nuestras reacciones emocionales están justificadas porque las “sentimos”. No elegimos herir (ni herir a otros) emocionalmente. O eso pensamos y queremos creer.

Aquí es donde entra el aspecto espiritual del dolor emocional. Dios nos coloca en circunstancias (físicas o emocionales) en las que nos sentimos incómodos. Sentimos y percibimos dolor. No nos gusta dónde estamos en la vida. Sabemos que nos sentimos incómodos y comenzamos a pedir (luego repetimos con urgencia, luego exigimos) que Dios cambie nuestro dolor. Se “supone” que Él nos ama. Somos Sus hijos. Algo anda muy mal en nuestras vidas. Y está mal.

Pero no es Dios el que está equivocado. Somos nosotros. Estamos equivocados porque Dios permite el dolor – el malestar causado espiritualmente – para nuestro bien y Su gloria. Somos lentos para aprender este concepto (a veces nunca lo hacemos). Nos equivocamos al insistir en que tenemos todo lo que nuestros corazones pecaminosos exigen. Asumimos erróneamente que, porque “sentimos” esta necesidad, está justificada. Cuando –casi siempre– no lo es. Nuestro egoísmo no está justificado. Nunca. Nuestro deseo de exigir una vida cómoda –física o emocionalmente– desafía la realidad de la vida en un mundo caído. Vida en esta tierra donde a Satanás se le permite ser el príncipe del aire (el príncipe de este mundo). Porque Satanás y sus siervos pueden confundirnos y a los demás.  También, donde todos los humanos (aparte de Jesucristo) nacen en pecado (una condición egocéntrica y deliberadamente incorrecta). Es obvio que encontraremos y causaremos dolor emocional y espiritual. Inevitable.

Y cuando nuestro amoroso Señor comienza a enseñarnos, a través de la autodisciplina, la profundidad de nuestro “mal” y nuestro “egoísmo”, lo rechazamos a Él y a la lección que “se supone” que debemos aprender. No queremos sentir daño. No queremos entender lo egoístas y egocéntricos que somos. Huimos del problema y culpamos a otros o culpamos a Dios por nuestro dolor. Entonces, llegamos a Hebreos 12:11. Nuestra necesidad de aprender cuánta incomodidad causamos requiere disciplina. Autodisciplina. Nuestros corazones no quieren ser controlados. No quieren reconocer que son egocéntricos. Entonces, nos duele cuando comenzamos a comprender que somos egoístas. Somos pecadores. Aunque seamos salvos eternamente. Pero nuestra salvación no es completa. Salvos, pero todavía no. Entonces, con dolor aprendemos a comprender que no somos amables. Y nos duele cuando nos damos cuenta.

Cuando entendemos que el dolor que Dios causa es para nuestro beneficio, aprendemos a abrazarlo. Aprendemos que la autodisciplina necesaria para no ser egocéntrico es en realidad un buen ejercicio. Aprendemos que nuestros corazones son engañosos. Nos volvemos más conscientes del poder de nuestra “carne”. Y entendemos que no somos “buenos” por naturaleza. Somos “buenos” cuando aprendemos a morir. Y permitir que Jesucristo reine en nuestros corazones (Apocalipsis 3). A medida que nos llenamos del Espíritu Santo, nuestros corazones egoístas se quejan y crecemos en Él. Después de aprender esto, nos llenamos de Su paz. Su presencia. Su amor. Y entendemos que la autodisciplina (y morir a nosotros mismos) es un buen ejercicio.














3 comments:

  1. Comentarios o preguntas aquí, por favor.

    ReplyDelete
  2. Wow muy cierto la mayoría del tiempo no queremos el dolor eh incluso hacemos lo necesario para evitarlo o simplemente nos victimizamos de lo que estamos pasando. Hay momentos que incluso como dices exigimos a Dios que no lo quite El dolor por el cual pasamos como si fuera Dios nuestro mago personal y creo es ahí donde nos deberíamos de dar cuanta de que nuestro corazón no está en el lugar correcto. Me recuerdo que en una ocasión escuché una canción donde habla de aprender amar y abrazar el dolor y sentí que el señor me estaba hablando a mi y se me hizo loco jeje y dije como voy amar el sufrir eso es de locos, pero es cierto el señor siempre te quiere enseñar y mostrar cosas en tu dolor y cuando agradeces hasta por tu dolor tal vez tu circunstancia no cambia pero tu actitud hacia tu circunstancia sii y hace una gran diferencia en cómo ver y que hacer con lo que estás pasando pero sobretodo aprendes a confiar en Dios, hay que aprender a escuchar la voz del creador y su susurro en el caos de nuestras vidas..muchas veces incluso hay que apagar el ruido del mundo para poder escucharlo y estar en sintonía con El.

    ReplyDelete
  3. Amén. Es bueno de escuchar y reflexionar. Desafiante de hacer.

    ReplyDelete

Consideremos SUS Obras

Salmo 77:11-12  Me acordaré de las obras del Señor;  Ciertamente me acordaré de Tus maravillas antiguas.  Meditaré en toda Tu obra,  Y refle...