Wednesday, November 22, 2023

Promesas Confiables

Salmo 23:6
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán 
todos los días de mi vida,
y en la casa del SEÑOR moraré por días sin fin.

David, el rey de Israel, el hijo menor de Jesé, no debería haber sido Rey. Fue elegido por el Dios vivo para ser rey porque el Dios soberano quería que él reinara. David no pidió existir. Nuestro Padre omnisciente creó a David porque quería.

David vivió hace unos 3.000 años. Su vida como rey, comparada con la nuestra hoy, fue una carga. No tenía ducha (regadera) ni silla de baño (escusado). No tenía microondas ni supermercado. No hubo autos con aires acondicionados o calentadores (calefacción).

A pesar de su entorno “difícil” y de su muy difícil vida familiar después de Betsabé, David sabía que estaba más que bendecido. Sabía que nada podría separarlo del amor fiel (hesed) de su Señor (Rom. 8). En Su gracia y misericordia, Dios le permitió a David entender que iría al cielo a pesar de todos los errores que cometió como rey, esposo y padre.

Seguramente el bien y la misericordia me seguirán… ¡Qué palabras de seguridad! ¡Qué confianza podemos tener en esta vida caída! No por el bien que hacemos. 
Pero debido a 
QUIÉN ES DIOS.

Y habitaré en la casa del Señor para siempre… Esta es la promesa que debería ayudarnos a mantener la cabeza en alto mientras miramos hacia el futuro. Cualquier cosa que la vida traiga – cualesquiera que sean los problemas y malestares que surjan – nuestro destino eterno es seguro. “El ojo no ha visto, ni el oído ha oído, y no podemos imaginar el hermoso cielo que el Señor ha creado y nos espera” (1 Cor. 2:9).

Voy a preparar lugar para vosotros”. (Juan 14:3) Jesús lo prometió. Lo que Él ha declarado – ¿quién puede cambiarlo?
















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