Thursday, January 18, 2024

Sabiduría Aplicada

Proverbios 17:27
El que es entendido refrena sus palabras;
    el que es prudente controla sus impulsos. 

La Biblia nos dice que elijamos nuestras palabras con cuidado y hablemos menos. Una persona sabia habla pensativamente. La respuesta a un comentario o una conversación es guiada por el Espíritu Santo, no por la propia comprensión del problema. Es BUENO para nosotros darnos cuenta y comprender clara y honestamente: no tenemos nada que valga la pena ofrecer a los demás sobre cómo “hacer” la vida excepto Jesucristo y la sabiduría proporcionada por Su palabra en el Espíritu Santo. Nada. Y cuando comenzamos a “dejar escapar” nuestra propia sabiduría –si somos salvos– estamos en pecado. No es bueno alentar a otros a aumentar su propia confusión. Y esto es exactamente lo que hacemos si no crecemos en el conocimiento de Su palabra. Ofrecemos confusión porque nuestra “carne” quiere convencernos a nosotros mismos y a los demás de que lo que “vivimos” está bien para Dios. Y no está bien: deberíamos hablar menos y escuchar MÁS.

Santiago 1:19 lo expresa de esta manera: 
Esto lo saben, mis amados hermanos. Pero que cada uno sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la ira.

Proverbios 10:19 expresa una idea similar de manera diferente:
En las muchas palabras, la transgresión es inevitable,
Pero el que refrena sus labios es prudente.

Debemos aprender a ser reflexivos cuando hablamos. Y cuando hablamos, si somos salvos, debemos elegir nuestras palabras aún más cuidadosamente. El resultado de elegir palabras que apoyen a Jesucristo en el Espíritu Santo es que disfrutaremos de más paz. La última parte de Proverbios 17:27 afirma que si somos “prudentes” estaremos serenos, tranquilos y pacíficos. Prudente significa “sagaz en adaptar los medios a los fines; circunspecto en la acción o en la determinación de cualquier línea de conducta; prácticamente sabio; juicioso; cuidadoso; discreto".

Nuestras lenguas son muy poderosas. (Lea Santiago 3. Revisa y respalda las ideas discutidas aquí.) Necesitamos “controlarlas” sobre ellas. Son destructivos y fomentan la confusión si no aprendemos a guiarlos con la palabra y la sabiduría de Dios.

Hoy – practiquemos hablar menos. Y cuando decidamos hablar, estudiemos la palabra de Dios para que nuestras palabras Lo honren. Él nos dice que aprendamos Su palabra porque Él nos ama. Su sabiduría “salará” nuestras palabras y pensamientos.  

Colosenses 4:6 lo dice de esta manera: 
Que la palabra de ustedes sea siempre agradable, sazonada con sal, para que sepan cómo les conviene responder a cada uno.  

Seamos hoy pueblo de “sal y luz".

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