Romanos
8:23-25
Y
no solo ella, sino que también nosotros mismos,
que tenemos las
primicias del Espíritu,
aun nosotros mismos gemimos en nuestro interior,
aguardando ansiosamente la adopción como hijos,
la redención de nuestro
cuerpo.
Porque en esperanza hemos sido
salvados,
pero la esperanza que se ve no es esperanza,
pues, ¿por qué esperar
lo que uno ve?
Pero si
esperamos lo que no vemos,
con paciencia lo aguardamos.
Romanos 8 es un capítulo
amplio y profundo de doctrina sobre nuestro Dios vivo. Él nos ha elegido para
ser salvos, pero la salvación no ha terminado, todavía no. Tenemos la mayoría
de los aspectos físicos de nuestra salvación esperándonos. Nuestras “almas” ya
están eternamente salvas. El precio de su redención se pagó íntegramente en la
cruz. Nuestra salvación es un hecho histórico. Nada puede alterar lo que Dios
ha hecho por nosotros.
PERO – los resultados físicos de nuestra salvación – nuestros cuerpos
sobrenaturales – aún no han sido adquiridos. La creación todavía gime bajo el
peso del pecado causado por Adán y Eva y añadido por nosotros. Los leones
todavía persiguen a los corderos para comérselos. No hay descanso en esta vida.
No en este mundo caído. Aún no.
Y nosotros (los cristianos), dentro de nosotros mismos, gemimos por algo
más. Corremos a las tiendas a “comprar cosas”. Vamos a fiestas, cantamos
apasionadamente, nos sentimos solos, buscamos distracciones (redes sociales,
Netflix, juegos, etc…) porque algo falta. No estamos completos. Aún no. Sabemos
que algo anda mal. Pero no podemos señalarlo.
Lo que anhelamos es estar en la presencia del Dios vivo, vestidos con
cuerpos eternamente sobrenaturales. Eso es lo que nos hará completos. La
“redención de nuestros cuerpos” junto con lo que ya se ha hecho a nuestras
“almas”. Porque “en esperanza hemos sido salvos”. Una esperanza que no es
completa en nosotros. Sin terminar.
Y nuestros cuerpos de carne insisten en “ver” algo que satisfaga
nuestras necesidades. Ganamos dinero, buscamos socios, compramos cosas,
organizamos actividades, porque nuestra “carne” está convencida de que puede
llenar este vacío en nosotros. Y nosotros, como Hijos e Hijas del Dios vivo
– corremos a las tiendas, a las actividades, a las “vidas ocupadas” que creamos -
para evitar la angustia que llevamos dentro. No somos quienes debemos ser. Aún
no. Y debido a que nuestra salvación “no es completa”, no nos sentimos cómodos
con “quiénes” somos. Eternidad – la salvación eterna en nuestras “almas” está
envuelta en una carne pecaminosa que no quiere honrar a Dios. Y tomamos malas
decisiones. No entendemos que somos nuestro propio enemigo. Hasta que dejamos esta "carne". Entonces (cuando estemos “vestidos”
correctamente/eternamente) nosotros y toda la creación descansaremos. Descanse
verdaderamente y profundamente. No más pecado.
Hasta entonces, “lidiamos” con la angustia de nuestro corazón porque
anhelamos vestirnos con cuerpos eternos. Y entendemos que está mal que
definamos “quiénes” somos por lo que “poseemos” o “no poseemos”. Si podemos
verlo – según Pablo en este pasaje – no es algo que necesitemos. Si podemos
“verlo”, no tiene significado eterno. Sin importancia. Está hecho de polvo.
Así que, hermanos y hermanas, aprendamos a ser pacientes en nuestra
lucha. No corramos a la tienda y "compremos cosas". No nos definamos
por los que tienen más o los que tienen menos. Las cosas no nos definen.
Nuestra relación con Jesucristo – proporcionada por Él – es la única esperanza
y significado que nuestras vidas pueden tener. Él ha hecho esto para Su gloria
y nuestro beneficio. Entonces espera. Estate quieto. Tranquilizarse. Dios no ha
terminado de mostrarnos “quiénes” somos. Él no ha terminado. Aún no. Esperar.
Pacientemente, sin intentar llenar tu angustia con cosas que podemos ver. No lo
hagas. Esperamos “con esperanza” lo que aún nos sucederá a nosotros y a la
creación.
Favor de escribir tus comentarios o preguntas aquí. Gracias.
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