Saturday, February 3, 2024

Esperamos - hermanos y hermanas - esperamos con esperanza

Romanos 8:23-25
Y no solo ella, sino que también nosotros mismos, 
que tenemos las primicias del Espíritu, 
aun nosotros mismos gemimos en nuestro interior, 
aguardando ansiosamente la adopción como hijos, 
la redención de nuestro cuerpo. 
Porque en esperanza hemos sido salvados, 
pero la esperanza que se ve no es esperanza, 
pues, ¿por qué esperar lo que uno ve?  
Pero si esperamos lo que no vemos, 
con paciencia lo aguardamos.
 
Romanos 8 es un capítulo amplio y profundo de doctrina sobre nuestro Dios vivo. Él nos ha elegido para ser salvos, pero la salvación no ha terminado, todavía no. Tenemos la mayoría de los aspectos físicos de nuestra salvación esperándonos. Nuestras “almas” ya están eternamente salvas. El precio de su redención se pagó íntegramente en la cruz. Nuestra salvación es un hecho histórico. Nada puede alterar lo que Dios ha hecho por nosotros.

PERO – los resultados físicos de nuestra salvación – nuestros cuerpos sobrenaturales – aún no han sido adquiridos. La creación todavía gime bajo el peso del pecado causado por Adán y Eva y añadido por nosotros. Los leones todavía persiguen a los corderos para comérselos. No hay descanso en esta vida. No en este mundo caído. Aún no.

Y nosotros (los cristianos), dentro de nosotros mismos, gemimos por algo más. Corremos a las tiendas a “comprar cosas”. Vamos a fiestas, cantamos apasionadamente, nos sentimos solos, buscamos distracciones (redes sociales, Netflix, juegos, etc…) porque algo falta. No estamos completos. Aún no. Sabemos que algo anda mal. Pero no podemos señalarlo.

Lo que anhelamos es estar en la presencia del Dios vivo, vestidos con cuerpos eternamente sobrenaturales. Eso es lo que nos hará completos. La “redención de nuestros cuerpos” junto con lo que ya se ha hecho a nuestras “almas”. Porque “en esperanza hemos sido salvos”. Una esperanza que no es completa en nosotros. Sin terminar.

Y nuestros cuerpos de carne insisten en “ver” algo que satisfaga nuestras necesidades. Ganamos dinero, buscamos socios, compramos cosas, organizamos actividades, porque nuestra “carne” está convencida de que puede llenar este vacío en nosotros. Y nosotros, como Hijos e Hijas del Dios vivo – corremos a las tiendas, a las actividades, a las “vidas ocupadas” que creamos - para evitar la angustia que llevamos dentro. No somos quienes debemos ser. Aún no. Y debido a que nuestra salvación “no es completa”, no nos sentimos cómodos con “quiénes” somos. Eternidad – la salvación eterna en nuestras “almas” está envuelta en una carne pecaminosa que no quiere honrar a Dios. Y tomamos malas decisiones. No entendemos que somos nuestro propio enemigo. Hasta que dejamos esta "carne". Entonces (cuando estemos “vestidos” correctamente/eternamente) nosotros y toda la creación descansaremos. Descanse verdaderamente y profundamente. No más pecado.

Hasta entonces, “lidiamos” con la angustia de nuestro corazón porque anhelamos vestirnos con cuerpos eternos. Y entendemos que está mal que definamos “quiénes” somos por lo que “poseemos” o “no poseemos”. Si podemos verlo – según Pablo en este pasaje – no es algo que necesitemos. Si podemos “verlo”, no tiene significado eterno. Sin importancia. Está hecho de polvo.

Así que, hermanos y hermanas, aprendamos a ser pacientes en nuestra lucha. No corramos a la tienda y "compremos cosas". No nos definamos por los que tienen más o los que tienen menos. Las cosas no nos definen. Nuestra relación con Jesucristo – proporcionada por Él – es la única esperanza y significado que nuestras vidas pueden tener. Él ha hecho esto para Su gloria y nuestro beneficio. Entonces espera. Estate quieto. Tranquilizarse. Dios no ha terminado de mostrarnos “quiénes” somos. Él no ha terminado. Aún no. Esperar. Pacientemente, sin intentar llenar tu angustia con cosas que podemos ver. No lo hagas. Esperamos “con esperanza” lo que aún nos sucederá a nosotros y a la creación.

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