Romanos 8:38-39
Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida,
ni ángeles, ni
principados, ni lo presente, ni lo por venir,
ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa
creada nos podrá separar del amor de Dios
que es en Cristo Jesús Señor
nuestro.
"Estoy
convencido." ¿Estás convencido? Deberíamos ser. El Espíritu Santo en
nosotros quiere que "pensemos" en lo que Jesucristo ha hecho por
nosotros. Él (el Espíritu Santo) quiere que SEPAMOS que somos eternamente
transformados. Para siempre. Hemos “nacido de nuevo”. Nuestro “nuevo yo” está
eternamente sellado por el Espíritu Santo. Lo que nos suceda en el futuro es
imparable e inevitable. Veremos a Jesucristo y Él nos dará la bienvenida a Su
presencia. No porque lo merezcamos o nos lo hayamos ganado. Debemos SABER que
nuestra eternidad es segura porque el Dios vivo así lo declaró.
Pablo enumera varios conceptos y cuestiones que dificultan que los
creyentes comprendan y acepten QUIÉNES son en Jesucristo. La muerte, la vida,
los ángeles, los poderes espirituales, el tiempo mismo, la altura, la
profundidad o CUALQUIER otra cosa creada pueden impedirnos ser Sus hijos. Sus
eternos y especiales elegidos. No hay nada que Dios haya creado que pueda
detener lo que se nos ha dado: la salvación eterna y el perdón a través de la
muerte sustitutiva de Jesucristo en la cruz.
Es bueno para nosotros pensar en esto y concentrarnos en esta verdad.
Jesucristo tomó nuestro lugar de castigo ante Su Padre celestial. Sufrió lo que
merecemos eternamente. Y no sólo pagó el precio eterno que debíamos, sino que
también nos llama Sus “hermanos y
hermanas”. Él nos permitirá reinar con Él. Su amor es abrumador. Somos
perdonados y luego se nos da más. Somos miembros de un reino donde Él es el Rey
de reyes. Él nos permitirá gobernar con Él. Increíble.
Entonces, hermanos y hermanas, reflexionemos hoy sobre esta verdad. No
hay nada, en ningún lugar, que pueda separarnos de Jesucristo. Ni siquiera la
muerte. Esta es una promesa de que, en el momento de nuestra muerte, Él estará allí con nosotros. La muerte
no puede separarnos de Él y de Su amor. Él es un buen Dios. Un Dios de consuelo
y refugio en una vida difícil.
Favor de escribir tus comentarios aquí. Gracias.
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