Hebreos 7:25
Por lo cual Él también es
poderoso para salvar
para siempre
a los que por medio de Él se acercan a Dios,
puesto que vive perpetuamente
para interceder por ellos.
En el capítulo 7 del
libro de Hebreos, el autor defiende la preeminencia de Jesucristo como el sumo
sacerdote perfecto. El Sumo Sacerdote eterno. Comienza el versículo 25
afirmando que Jesucristo tiene el poder de “salvar” (de la condenación eterna)
para siempre (o completamente) a aquellos que se acercan a Dios. Sostuvo que el
sacerdocio de Jesucristo es eterno. Él es Dios. Su ministerio no tiene
principio ni fin. Y Él tiene el poder de salvar a todos (completamente)
aquellos que han creído o creerán. Su salvación es eterna (siempre). No se basó
en el sacrificio de corderos y toros como lo fue el perdón “temporal”
proporcionado por el sumo sacerdote de Israel. El sumo sacerdote tenía que
entrar al lugar santísimo del templo y ofrecer un sacrificio una vez al año
para mantener la “santidad” de Israel ante Dios como nación. La “ofrenda”
perfecta de Jesucristo de Su sangre perfecta y vida perfecta fue el sacrificio
“perfecto” que puso fin a los requisitos sacrificiales de Dios. La ira de Dios
ha sido “propiciada” (satisfecha). Y el perdón que se encuentra en Su
sacrificio perfecto es eterno. Somos eternamente Sus hijos adoptivos. Para
siempre. No hay fin. Caminando en el
cielo con Él.
Y no sólo ha proporcionado todo esto… El versículo 25 termina con
información más detallada. Nuestro Salvador, nuestro Señor (nos llama Sus
hermanos y hermanas) vive perpetuamente para interceder (orar) por nosotros (y
por todos los que nos precedieron y vendrán después). Ahora mismo, en el
momento en que lees esto, hay un Ser cuyo nombre conocemos como Jesucristo,
quien está sentado a la diestra de Su Padre pensando e intercediendo por ti –
ahora mismo. Increíble. Pero esto es lo que dice el versículo 25. Él siempre
está conversando con Su Papá de una manera trinitaria que no podemos comprender –
y el Dios omnisciente comparte Sus pensamientos sobre ti y sobre mí – durante
todo el “día” de hoy (si Él permite que este día “termine” para nosotros en
esta vida.) Jesucristo intercede por nosotros mientras luchamos en (ocupamos día tras
día) nuestra “salvación”. Todo el tiempo. Y cuando “pecamos” (cometemos errores), el Espíritu
Santo se entristece (Ef. 4:30) porque Él no quiere que pequemos. Y Jesucristo Le dice a Su Papá – recuerda Papá – que este pecado se pagó – en Mi cruz. Estamos
perdonados. Y nuestro amoroso y generoso Señor continúa orando por (y
considerándo) nosotros mientras luchamos con nuestro orgullo, codicia, envidia,
corazones confundidos… Él nos conoce. Él anhela que Lo conozcamos mejor a Él y
a Su palabra. Y Él espera. Espera pacientemente. Para que la creación que Él restauró en la cruz pueda ver y entender lo que Él ha hecho. Y un “día”
todos veremos y entenderemos lo que Él hizo. El cordero se acostará con la
serpiente. El sol ya no estará angustiado. Y ya no pecaremos más.
Hasta entonces, es BUENO que nos esforcemos por pecar menos. Para honrarLo a Él y Su amor por nosotros. “Ocupaos de
vuestra salvación con temor y temblor, porque es Dios quien obra en vosotros”.
(Filipenses 2:12-13a) Mientras “ocupamos nuestra salvación” – mientras luchamos
día a día con lo que Él quiere que hagamos y seamos – Él continúa orando
(intercediendo) por nosotros. Increíble. Tenemos dos personas de la Trinidad
que moran en nosotros – (Jesucristo y el Espíritu Santo) y nuestro Señor nunca
deja de hablar (interceder) ante el Padre acerca de nosotros. Somos “elegidos”.
No por nada de lo que hayamos hecho o seamos. Sino porque Él es amor. Eterno,
para siempre, perfecto amor. Y un “día” lo entenderemos. Lo conoceremos. Y nos asombraremos de lo
que Él ha hecho.
Favor de comentar aquí. Gracias.
ReplyDelete