Salmos 18:1
Yo te amo, Señor, fortaleza mía.
Nuestro Creador y
Salvador nos ama. En Su gracia, Él nos
permite a nosotros, Sus escogidos, comprender esta verdad. Nos ha dado una eternidad con Él. Está hecho.
Nada puede detenerlo o cambiarlo.
Somos Suyos.
¿Y qué es una respuesta “razonable” (racional)? Aquí estoy, Señor, úsame. Quiero amarTe, Señor, como Tú me has amado. Ayúdame a amarTe con mi vida.
Y luego, vive eso. Ama al
Señor. No con tus palabras. No con tus pensamientos. No sólo con tus oraciones. Vívelo.
MuéstraLe (y a todos los que te
rodean) que amas al Señor. Con tu
vida. Con cada pensamiento que tienes y
cada movimiento que haces, anhelas amar a Aquel que te dio la vida eterna. Porque Él es un buen Señor y nos amó
primero. Con Su vida.
Somos “seres” humanos. Debemos
“ser” Su pueblo escogido. Debemos vivir Su amor por los demás. Debemos “ser” como Él. Mientras Lo amamos, daremos todo lo que somos y tenemos a
los demás. Porque eso es QUIEN ES. Dios es amor.
Y el amor simplemente da en beneficio de los demás. Entonces, “sé” este versículo. Te amo, Señor, mi fuerza.
Y cuando amamos a los demás con nuestra vida, Él nos fortalece.
Él nos bendice. "Es más
bienaventurado dar que recibir".
“Hijos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad."
Favor de escribir tus comentarios aquí. Gracias.
ReplyDelete