Romanos 8:32
El que no
escatimó (eximió) ni a Su propio Hijo,
sino que Lo entregó por todos nosotros,
¿cómo no nos dará también
con Él
todas las cosas?
Nuestro
amoroso y omnisciente Señor llevó a Pablo al tercer cielo. Le mostró a Pablo lo que nos espera. Y mis queridos hermanos y hermanas, aunque
“vivimos” como si “dudáramos” de la bondad de nuestro Señor, ÉL es un Dios muy
bueno. No debemos “dudar” de Él. Él es la verdad verdadera. Él nos ha “dado” – a costa de Su único Hijo –
una eternidad en un lugar mucho más hermoso que nuestro “mejor” día o nuestro
“mejor” lugar en esta tierra. Y Él no
puede mentir. Su carácter Le impide
“ser” otra cosa que no sea perfectamente digno de confianza. Él es un Dios “simple”. Él no cambia ni puede cambiar. Y Él es BUENO. Él es AMOR.
El
capítulo 8 de Romanos es el cenit de la profundidad teológica (contraste
intencional - 😊) en la carta de salvación divinamente inspirada por
El Espíritu Santo a los romanos. El
capítulo 8 captura una amplia variedad de verdades acerca de nuestro
Señor. Y en el versículo 32, Pablo
sostiene que nuestra eternidad es más hermosa de lo que podemos imaginar. Si el Padre permitió que Su único Hijo – una
parte de Él mismo y de la Trinidad – de alguna manera individuos eternamente
unidos pero separados – muriera – Él no permitiría que esto sucediera para
nuestro perdón eterno y luego nos daría un banco en el parque. El Creador de todo lo que vemos y veremos –
todo lo que “entendemos” y entenderemos – Él observó desde el “cielo” como una
parte de Sí mismo – Su único Hijo eterno – murió en una cruz. Para que Él (el Hijo) pudiera
“salvarnos”. Era el plan del Padre –
vivido por el Hijo – e implementado por el Espíritu Santo.
Y
“nosotros” – Sus escogidos desde antes de la creación del mundo – somos los
destinatarios. Y Él no dejará de ser
bueno con nosotros, incluso si no confiamos en Él ni en Sus promesas. ¡Él nos bendecirá! La parte difícil ya está hecha. Su único Hijo murió en una cruz terriblemente
fea para que pudiéramos “ser” perfectamente justos. Para que podamos compartir la eternidad con
un Dios perfectamente santo. Él ha hecho
esto. Y Él nos dará muchas más cosas
maravillosas.
Y, si
confiamos en el Señor y Le creemos, DEJAREMOS de intentar “poseer” más cosas en
esta vida caída. Este es un ejercicio
de inutilidad egoísta. TODO lo que
“poseemos” en esta vida está hecho de polvo.
Todo ello. En cambio, daremos
libremente lo que no es nuestro – nuestras posesiones, nuestras energías,
nuestros esfuerzos, nuestras vidas – para promover Su reino. Porque Su reino es eterno. Su reino, el lugar que Él ha preparado para
nosotros, es un excelente lugar para “ser”.
Su reino será un lugar realmente “cool” (una palabra conocida por un
hombre viejo para expresar regalos increíblemente bonitos). Cuando Pablo regresó del tercer cielo, afirmó
en 1 Cor. 2:9, “Cosas que ojo no vio ni oído oyó, que ni han surgido en el
corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman."
Y en
Romanos 8, Pablo argumenta “por qué” debemos confiar en el Padre y SABER que
tenemos un lugar excelente e inimaginable esperándonos. Si Él sufriera la angustia de estar de alguna
manera “separado” (“por qué me has desamparado” – Mt. 27:46) de Su único Hijo y
verLo morir, ¿cómo no podría darnos cosas realmente maravillosas? Se ha pagado el terrible precio. Somos comprados. No somos nuestros. Y Él nos ama.
Él nos ama tanto que vio morir en una cruz una parte de Sí mismo (el
aspecto de la Trinidad que no podemos comprender – tres Personas en Una). Si Él soportaría esto para poder compartir la
eternidad con nosotros (y así lo hizo), ¿cuánto más nos bendecirá cuando en
realidad estemos con Él? En Su presencia.
Deberíamos
“ser” un pueblo que dé libremente todo lo que somos. Porque nuestra eternidad está "consumada". Desde el momento en que Jesucristo lo declaró
en la cruz – “Consumado es”. Nuestra eternidad es un hecho. Y es una eternidad bendita. Entonces – date de ti mismo hoy. Entrega todo de ti todo el tiempo. Esta es nuestra manera de honrar a Aquel que
nos ha dado más de lo que entendemos.
Pero lo entenderemos. Un día
estaremos en Su presencia. Y Él
sonreirá. Y estaremos abrumados por Su
bondad hacia nosotros. Porque Él es amor.
El que no escatimó (eximió) ni a Su propio Hijo,
sino que Lo entregó por todos nosotros,
¿cómo no nos dará también
con Él
todas las cosas?
Favor de escribir tus comentarios aquí. Gracias.
ReplyDelete