Salmos
103:1-2
Bendice,
alma mía, al Señor,
Y bendiga todo mi ser Su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
Y no olvides ninguno de Sus beneficios.
Es
BUENO recordar los beneficios de nuestro Señor cuando las cosas van bien. ES BUENO bendecirLe por cada momento
placentero, cada bondad, cada buen regalo. (Santiago 1:17) Es aún más
importante BENDECIR A DIOS cuando no nos “sentimos” bendecidos, amados o
significativos en esta vida dura, cruel y caída.
No
“pedimos” estar aquí. No “pedimos”
existir. Pensar – sentir – comprender –
ver – saborear – oír – caminar – mover músculos – ser hombre / mujer… No
“solicitamos” nada de nuestra existencia.
No “pedimos” nacer en México, Honduras, Guatemala, América… Nuestro
soberano y amoroso SEÑOR tiene un plan.
Su plan incluye todas las bendiciones Y las “incomodidades” (bendiciones
ocultas) que encontramos. Todos. EL ES BUENO.
Cuando
“llamamos” a DIOS “soberano” (y ÉL ES), estamos afirmando que ÉL controla
todo. No ha sucedido, puede suceder ni
sucederá nada que ÉL no permita. ÉL es
soberano. ÉL tiene toda la
autoridad. Todo lo que sucede – cada
detalle – cada pájaro que cae o flor que florece – ÉL lo sabía antes de que el
sol comenzara a “brillar”. ÉL LO SABE
TODO. Y SU conocimiento
(preconocimiento) determina lo que sucede. ÉL ES soberano.
ÉL
“inspiró” a David a escribir el Salmo 103 hace tres mil (3000) años. Tres milenios. Y aquí estamos (esta “mañana” para la mayoría
de nosotros) considerando la importancia de bendecir a nuestro Creador con TODO
lo que hay en nosotros. Porque ÉL ES
BUENO. Cuando atravesamos el dolor – ya
sea físico, emocional o espiritual – APRENDEMOS que ÉL ES BUENO. ÉL ES constante. ÉL ES fiel.
Y aprendemos a BENDECIRLO por el malestar.
Aprendemos a BENDECIR SU santo nombre. Porque SU santidad es algo a lo que
aspirar. SU santidad vence el mal –
eventualmente. Y SABEMOS esto en nuestra
alma. SABEMOS que SU santidad vence la
oscuridad de los corazones humanos.
Aprendemos a alabarLo por las noches oscuras que atravesamos con ÉL a
nuestro lado.
Y no
debemos olvidar ninguno de SUS beneficios.
Son muchos. Nuestros cuerpos son
fábricas químicas complejas. Si los
científicos construyeran fábricas para imitar todas las reacciones químicas que
se encuentran en el cuerpo humano, las fábricas cubrirían acres de tierra. Nuestros cuerpos son complejos. Y nuestro Señor nos bendijo con cuerpos que –
de una manera u otra – nos han llevado hasta hoy. Y las debilidades que se encuentran hoy en
nuestros cuerpos (los obstáculos físicos y las luchas que sufrimos a diario)
algún “día” serán reemplazadas por cuerpos sobrenaturales y glorificados. Tenemos nuestra ESPERANZA en AQUEL que nos
prometió estas cosas. Y Lo alabamos
cuando nuestros frágiles y complejos cuerpos de polvo fallan. Lo alabamos en la “pérdida” porque confiamos
en ÉL. Lo conocemos. Y EL ES BUENO.
El
mayor beneficio que subyace a todo en nuestras vidas es la certeza de que
viviremos para siempre con ÉL. ÉL envió
a SU único HIJO a morir por nosotros. En
SU crucifixión y muerte, Jesucristo pagó el precio del castigo que
merecemos. (Su muerte fue propiciatoria.
La ira de DIOS hacia nosotros ha sido eliminado por completo.) Este “beneficio”,
proporcionado por DIOS, es lo que nos sostiene y brinda esperanza en todo que
sucede en nuestras vidas. Tenemos más
por qué vivir que lo que “vemos” o entendemos.
Vivimos por fe. No somos
ciudadanos de este mundo. Nuestra
ciudadanía está en el cielo. (Filipenses
3:19) Y entendemos que este beneficio define QUIÉNES SOMOS. Seres eternos, perdonados por un DIOS santo,
que merece ser alabado por todo lo que sucede.
Porque “sabemos que a los que aman a Dios, TODAS LAS COSAS les
ayudan a bien, es decir, a los que conforme a Su propósito son llamados”.
(Romanos 8:28) Y confiamos en DIOS porque ÉL hizo esta fuerte afirmación. Y Lo
amamos más que nuestro entendimiento de nuestras circunstancias. Porque no pedimos de estar "aquí". Existir. Así que confiamos en ÉL incluso
cuando hiere nuestros corazones “egoístas y orgullosos”. Especialmente cuando duele. Confiamos.
EL ES BUENO. Y contamos SU
amor por nosotros – SU gracia – SU hesed (amor fiel) – como una de las
muchas, muchas bendiciones que ÉL nos otorga – durante todo el día – todos los
días.
Bendice, alma mía, al Señor,
Y bendiga todo mi ser Su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
Y no olvides ninguno de Sus beneficios.
Favor de escribir tus comentarios aquí. Gracias.
ReplyDelete