Lucas
14:25-27
Grandes multitudes acompañaban a Jesús;
y Él,
volviéndose, les dijo:
“Si alguien viene a Mí,
y no aborrece
a su padre y madre,
a su mujer e hijos,
a sus hermanos y hermanas,
y aun hasta su propia vida,
no
puede ser Mi discípulo.
El que no carga su cruz y me sigue,
no puede ser Mi discípulo.”
¡¡¡Qué
regalo de Navidad!!! Si “venimos a
Jesucristo, debemos “odiar” a nuestro padre y a nuestra madre, a nuestra esposa
e hijos, a nuestros hermanos y hermanas, incluso a nuestra propia vida… Es
BUENO “pensar” y “meditar” en las Palabras de nuestro Señor… Especialmente durante esta “temporada” cuando
celebramos Su primer advenimiento (venida / nacimiento). Realmente ES un gran regalo de Navidad que
ofrecemos a nuestras familias inmediatas si entendemos y vivimos lo que
Jesucristo nos instruye a “vivir” en estos versículos.
“Observemos”
lo que está pasando… Grandes multitudes seguían a Jesucristo. Había gente curada (sanada), comida gratis,
las palabras que habló Jesucristo fueron “sabias”. Grandes grupos de personas seguían a este
“hombre” inusual y talentoso.
Y
Jesucristo “se volvió” y les dijo – “Si alguien viene a
Mi…” Y ÉL explica el costo de verdaderamente “nacer de nuevo”. (Juan 3)
Si “nacemos de nuevo” – nacemos espiritualmente a una nueva vida – ya no
debemos definirnos a nosotros mismos en base a las relaciones que formamos
antes de “renacer”. Jesucristo conoce
las familias en las que nacimos. ÉL
CONOCE sus fortalezas y muchas debilidades.
Y ÉL anhela que “les mostremos un camino mejor”. ÉL ES el CAMINO. Pero no podemos “mostrar” este nuevo CAMINO
basado en la relación que teníamos con ellos antes de “nacer de nuevo”. Desarrollábamos hábitos y ventajas que Él
quiere que “rehagamos”. Empezar de
nuevo. Vida “nueva”. 😊
Jesucristo
no quiere que “odiemos” a nadie. ÉL
QUIERE que Lo amemos tanto que todos los demás en nuestra vida queden en un
distante segundo lugar. ÉL debe ser
PRIMERO delante de todos. Si Le “obedecemos”, nuestro amor por los demás se
profundizará, no disminuirá. Pero
DEBEMOS HACER esto a SU manera.
Nuestras
relaciones con nuestros padres, madres, cónyuges, hijos, hermanos y hermanas
deben “rehacerse” – tal como lo fuimos nosotros. Sería SABIO pasar esta temporada navideña
compartiendo con aquellos de su familia inmediata desde una perspectiva
“nueva”. Si son creyentes, anímelos a
crecer en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador – Jesucristo. Si no creen en Jesucristo, no hay NADA en
esta vida más importante que conocerLo.
Nada. Entonces, a pesar de lo
incómodos que se sientan, debemos compartir amorosamente SU amor por
ellos. (Se pone más facíl durante esta temporada navideña.)
Si
realmente ponemos a Jesucristo en primer lugar – SI “obedecemos” – el resto de
Sus instrucciones son “fáciles”. Si
realmente amamos a Jesucristo, queremos considerarLo antes de “pensar” en
nuestra familia inmediata. Porque cuando
ponemos a Jesucristo en primer lugar, queremos amar aún más profundamente a
nuestras familias. Hablaremos y actuaremos
diferente con ellos. Las palabras que
compartamos esta Navidad se parecerán más a Sus palabras y menos a las
nuestras. Y aquellos que nos “conocen”
notarán la diferencia. No les gustará.
Prefieren a la “persona” que conocen desde hace casi toda su vida. Pero esa persona murió. La “vieja” persona que “solíamos” ser debería
desaparecer. Hemos “nacido de
nuevo”. Debemos vivir vidas
“nuevas”. Y nuestra “nueva” vida
bendecirá a quienes nos rodean. Al
principio los hará sentir incómodos.
Será extraño para ti y para ellos.
Pero una nueva vida entre ellos bendecirá a aquellos que amas mucho más
que a la persona que “solías” ser.
Entonces,
“toma tu cruz” y muere. SígueLo. Sigue a Jesucristo y bendice a tus seres
queridos. Mientras aprendes a morir a ti
mismo. Y haz que quienes te rodean se
sientan “incómodos” esta Navidad. Y su
“malestar” Lo honrará. Jesucristo no
vino para que pudiéramos conservar nuestros viejos y malos hábitos. ÉL vino para darnos vida nueva y eterna. Vivamos nuevas vidas con aquellos que
amamos. Esta semana. O, mejor todavía, hoy. Esta mañana.
Grandes multitudes acompañaban a Jesús;
y Él, volviéndose, les dijo:
“Si alguien viene a Mí,
y no aborrece
a su padre y madre,
a su mujer e hijos,
a sus hermanos y hermanas,
y aun hasta su propia vida,
no puede ser Mi discípulo.
El que no carga su cruz y me sigue,
no puede ser Mi discípulo.”
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