Lucas 7:47
Por lo cual te digo que sus pecados,
que son muchos,
han sido perdonados,
porque
amó mucho;
pero a quien poco se le perdona,
poco ama.
Jesucristo
le habló estas palabras a Simón, un fariseo.
Los fariseos eran líderes religiosos que enseñaban la ley. La ironía de esta situación no debería pasar
desapercibida para nosotros – hoy. En el
siglo XXI, las iglesias “cristianas” están llenas de líderes espirituales que
no “entienden” a Aquel con QUIÉN tienen que tratar. Y esta falta de comprensión se muestra en sus
vidas – no en sus palabras.
Jesucristo
había ido a casa de un fariseo a comer con él (Lc. 7:36-50). Simón el fariseo quería hablar con este Hombre
Joven (Dios) que causó tanto conmoción en la comunidad. Jesucristo entró en la casa de Simón para
comer con él. En aquellos días y esa
cultura, la gente se reclinaba en un “sofá” (almohada) para comer. Para poder reclinarse, era necesario lavarles
los pies porque las sandalias eran la prenda estándar para cubrir los pies en
la época. Simón no hizo lavar los pies
de Jesús ni besó a Jesús en la mejilla cuando entró en la casa de Simón. (Éstos eran actos habituales de bondad y
respeto). Dios había venido literalmente a la casa de Simón y Simón no
reconoció esta realidad.
Una
mujer de la calle (probablemente una prostituta) escuchó que Jesús estaba en la
ciudad (Capernaúm). Ella vino a lavarLe
los pies y mostrarLe su aprecio y amor.
Ella Le lavó los pies con lágrimas y perfume caro. Estaba agradecida por lo que recibió de Dios –
el perdón. Perdón eterno.
Era
inusual que una mujer "se soltara el pelo" en un pueblo judío. Esta mujer se soltó el cabello para secar los
pies del Señor que habían sido bañados en sus lágrimas y perfume. Su quebrantamiento es digno de nuestra
reflexión hoy. ¿Qué “sientes” cuando
consideras a nuestro Señor? ¿Estás
consumido por el quebrantamiento por el amor eterno que Él te extiende? Si realmente lo eres, tu vida será
diferente. No considerarás lo que otros
piensan de ti mientras vives para Él. Te
“soltarás el cabello” y le lavarás los pies delante de los demás – todo el
tiempo. Una persona que “comprende” el
perdón de sus pecados – el perdón eterno – ya no vive para la aceptación social
o para posiciones influyentes (ni siquiera en el “ministerio”). Una persona que ha “encontrado al Señor” sólo
quiere servirLe. Sus vidas cambian. Completamente. Una persona que “conoce” al Señor sólo quiere
honrarLo con su vida. Nadie necesita
decirles que amen a los demás. Ellos
“buscan” maneras de amar a los demás porque han sido amados eterna y
perfectamente por DIOS. El amor fluye
del corazón de un pecador perdonado como un río de un manantial grande. Burbujea hacia arriba y hacia afuera. El amor quiere dar. En el caso de un pecador, queremos dar porque
hemos recibido tanto.
Los
que aman poco – como demostró Simón en “cómo” trató a Jesucristo – no Lo
entienden. Esta idea debería recordarnos
de Mateo 5 - “Bienaventurados los pobres de espíritu”. Cuando nos damos cuenta de nuestra pobreza – somos
bendecidos. Cuando somos bendecidos – el
enfoque de nuestras vidas debe ser honrar a Jesucristo amando (bendiciendo) a
los demás. Todo lo demás en esta vida
es secundario. Debemos vivir para
ÉL. Y compartir todo el amor que podamos
mientras estemos en este cuerpo de polvo.
Entonces - HAGAMOS cosas por los demás en el nombre de Jesucristo – que
tanto nos ha perdonado. Hoy. HAGA muchas cosas por los demás en SU nombre
y para SU gloria. Todo el tiempo.
Por lo cual te digo que sus pecados,
que son muchos,
han sido perdonados,
porque amó mucho;
pero a quien poco se le perdona,
poco ama.
Favor de escribir tus comentarios aquí. Gracias.
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