Sunday, January 5, 2025

El Tamaño de Nuestro Amor

Lucas 7:47
Por lo cual te digo que sus pecados
que son muchos
han sido perdonados
porque amó mucho
pero a quien poco se le perdona
poco ama.

Jesucristo le habló estas palabras a Simón, un fariseo.  Los fariseos eran líderes religiosos que enseñaban la ley.  La ironía de esta situación no debería pasar desapercibida para nosotros – hoy.  En el siglo XXI, las iglesias “cristianas” están llenas de líderes espirituales que no “entienden” a Aquel con QUIÉN tienen que tratar.  Y esta falta de comprensión se muestra en sus vidas – no en sus palabras.

Jesucristo había ido a casa de un fariseo a comer con él (Lc. 7:36-50).  Simón el fariseo quería hablar con este Hombre Joven (Dios) que causó tanto conmoción en la comunidad.  Jesucristo entró en la casa de Simón para comer con él.  En aquellos días y esa cultura, la gente se reclinaba en un “sofá” (almohada) para comer.  Para poder reclinarse, era necesario lavarles los pies porque las sandalias eran la prenda estándar para cubrir los pies en la época.  Simón no hizo lavar los pies de Jesús ni besó a Jesús en la mejilla cuando entró en la casa de Simón.  (Éstos eran actos habituales de bondad y respeto). Dios había venido literalmente a la casa de Simón y Simón no reconoció esta realidad.

Una mujer de la calle (probablemente una prostituta) escuchó que Jesús estaba en la ciudad (Capernaúm).  Ella vino a lavarLe los pies y mostrarLe su aprecio y amor.  Ella Le lavó los pies con lágrimas y perfume caro.  Estaba agradecida por lo que recibió de Dios – el perdón.  Perdón eterno.

Era inusual que una mujer "se soltara el pelo" en un pueblo judío.  Esta mujer se soltó el cabello para secar los pies del Señor que habían sido bañados en sus lágrimas y perfume.  Su quebrantamiento es digno de nuestra reflexión hoy.  ¿Qué “sientes” cuando consideras a nuestro Señor?  ¿Estás consumido por el quebrantamiento por el amor eterno que Él te extiende?  Si realmente lo eres, tu vida será diferente.  No considerarás lo que otros piensan de ti mientras vives para Él.  Te “soltarás el cabello” y le lavarás los pies delante de los demás – todo el tiempo.  Una persona que “comprende” el perdón de sus pecados – el perdón eterno – ya no vive para la aceptación social o para posiciones influyentes (ni siquiera en el “ministerio”).  Una persona que ha “encontrado al Señor” sólo quiere servirLe.  Sus vidas cambian.  Completamente.  Una persona que “conoce” al Señor sólo quiere honrarLo con su vida.  Nadie necesita decirles que amen a los demás.  Ellos “buscan” maneras de amar a los demás porque han sido amados eterna y perfectamente por DIOS.  El amor fluye del corazón de un pecador perdonado como un río de un manantial grande.  Burbujea hacia arriba y hacia afuera.  El amor quiere dar.  En el caso de un pecador, queremos dar porque hemos recibido tanto.

Los que aman poco – como demostró Simón en “cómo” trató a Jesucristo – no Lo entienden.  Esta idea debería recordarnos de Mateo 5 - “Bienaventurados los pobres de espíritu”.  Cuando nos damos cuenta de nuestra pobreza – somos bendecidos.  Cuando somos bendecidos – el enfoque de nuestras vidas debe ser honrar a Jesucristo amando (bendiciendo) a los demás.  Todo lo demás en esta vida es secundario.  Debemos vivir para ÉL.  Y compartir todo el amor que podamos mientras estemos en este cuerpo de polvo.  Entonces - HAGAMOS cosas por los demás en el nombre de Jesucristo – que tanto nos ha perdonado.  Hoy.  HAGA muchas cosas por los demás en SU ​​nombre y para SU gloria.  Todo el tiempo.
Por lo cual te digo que sus pecados
que son muchos
han sido perdonados
porque amó mucho
pero a quien poco se le perdona
poco ama.

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