Salmos 73:25
¿A quién tengo yo en los cielos sino a
Ti?
Fuera de Ti, nada deseo en la tierra.
Tardamos
en comprender el poder destructivo de nuestra “carne”. Pasamos gran parte de nuestras vidas (siendo salvos) prisioneros de nuestro propio diseño. En
Salmo 73, el autor tenía celos de los ricos de este mundo. En la vida distorsionada y terriblemente
llena de pecado de hoy, SOMOS los ricos.
La persona más pobre de nuestra iglesia en Houston vive una vida de lujo
en comparación con los estilos de vida de otras personas en todo el mundo. Y ni siquiera reconocemos este hecho. Queremos “más”. Nos “endeudamos” para poder tener “más”. Cuando ya vivimos vidas que están más que
bendecidas. Los Estados Unidos de
América han creado una “mentira” de riqueza falsa. El país debe $30,000,000,000.00 de dólares
(treinta trillones de dólares) de deuda.
Vivimos una “mentira”. El auto
que conduzco, la televisión que veo, el teléfono celular que uso son accesibles
porque este país ha creado una “mentira” de estilo de vida. No es real.
Lo que poseemos y hacemos en nuestra vida diaria se basa en una deuda
imposible de pagar en dos o tres años.
La humanidad, en su incesante orgullo y arrogancia, rechaza al Dios vivo
y crea estilos de vida que no necesitan depender de ÉL. Y eso mismo hemos hecho en los Estados
Unidos.
En el
Salmo 73, el autor entró en el “santuario” y vio el fin de la gente rica y
egoísta. Son como un vapor. Las “cosas” que disfrutan, las vidas que
viven, están vacías. Desaparecen. Su enfoque es orgulloso y egoísta. Y el Señor los tratará como tales. Su final no es bueno. El salmista también se dirigió a DIOS en el
santuario. ÉL ES nuestra única
esperanza.
Aquí
es donde nos damos cuenta de cuán poderosamente engañosa es nuestra
“carne”. La mayoría de los “cristianos”
que he conocido en los Estados Unidos durante los últimos cincuenta (50) años
NO entienden cómo su “carne” dicta su existencia. Creen sinceramente que DIOS les debe una gran
cantidad de “cosas”. Y oran y luchan para
conseguir “más”.
Cuando
nos detenemos y reflexionamos / consideramos honestamente nuestra situación – no
somos los dueños de nada. Nunca
seremos dueños de nada. No somos
nada. Sin DIOS, nunca seremos nada. La mayoría de los seres humanos que alguna
vez han vivido pasarán una eternidad en un lago de fuego (después del
Milenio). La mayoría de ellos. Y si pasamos para siempre en el cielo, NADA
tiene que ver con lo que hemos hecho ni con quiénes somos. Es simple y honestamente porque DIOS escogió
rescatarnos / salvarnos de SU condenación eterna. Entramos a esta vida sin nada y salimos de
esta vida dependiendo de ÉL. Dependiente
de SU gracia. Dependiente de SU amor.
No
tenemos nada que nos pertenezca. No
somos nada sin DIOS. Al principio, ésta
es una verdad dolorosa. No nos gusta
considerar la realidad. Nuestra “carne”
prefiere las mentiras de este mundo caído, pecaminoso y depravado. Pero a medida que aprendemos a aceptar esta
brutal verdad, nos damos cuenta, junto con el salmista 73, de que con DIOS
somos más que bendecidos. “¿A quién
tengo en el cielo excepto a TI?” ¿Qué
esperanza tengo sin TU favor? ¿A quién o
a qué puedo acudir para que me ayude?
SOLO tenemos a DIOS y SU gracia sobre nuestras vidas. De lo contrario, no somos nada. Para siempre.
La
primera parte de este versículo, “¿A QUIÉN tengo en el cielo sino a TI?”, es
dolorosa. No soy nada. No puedo llegar al cielo solo. No tengo esperanza para la eternidad si no
es para DIOS. La segunda parte de este
versículo es la conclusión obvia que se extrae de la dolorosa experiencia de la
primera. Si DIOS es todo lo que tengo en
el cielo, ÉL ES todo lo que quiero. El enfoque
de una persona reflexiva es DIOS. No
tenemos esperanza ni nada que ofrecer a esta vida sin ÉL. ÉL ES todo.
SU gracia define mi existencia.
Literalmente. No soy nada sin
ÉL. Con ÉL me es dada una eternidad en
el cielo. Porque ÉL ES un DIOS amoroso y
bueno. Y ÉL quiere derramar SU amor
sobre SU pueblo. Cuando ÉL lo hace, ÉL
quiere ser apreciado / respetado. ÉL
quiere que SU pueblo viva para SU gloria.
Entonces,
mis queridos hermanos y hermanas, HOY – pensemos con claridad. Sin DIOS no tenemos nada. No somos nada. Con DIOS, todo lo que decimos y hacemos hoy
tiene un significado eterno. Y no
“deseamos” nada más en esta tierra maldita, llena de pecado y depravada. Nada.
Porque hemos pensado en nuestra existencia. En esta tierra no tenemos nada. Alguna vez.
Con DIOS, nuestra eternidad nos espera.
Y queremos vivir el hoy con un enfoque correcto.
Por siempre con ÉL en el cielo.
¿A quién tengo yo en los cielos sino a Ti?
Fuera de Ti, nada deseo en la tierra.
Favor de escribir tus comentarios aquí. Gracias.
ReplyDelete