Saturday, March 1, 2025

Una Vida Pensada

Salmos 73:25
¿A quién tengo yo en los cielos sino a Ti
Fuera de Ti, nada deseo en la tierra.

Tardamos en comprender el poder destructivo de nuestra “carne”.  Pasamos gran parte de nuestras vidas (siendo salvos) prisioneros de nuestro propio diseño.  En Salmo 73, el autor tenía celos de los ricos de este mundo.  En la vida distorsionada y terriblemente llena de pecado de hoy, SOMOS los ricos.  La persona más pobre de nuestra iglesia en Houston vive una vida de lujo en comparación con los estilos de vida de otras personas en todo el mundo.  Y ni siquiera reconocemos este hecho.  Queremos “más”.  Nos “endeudamos” para poder tener “más”.  Cuando ya vivimos vidas que están más que bendecidas.  Los Estados Unidos de América han creado una “mentira” de riqueza falsa.  El país debe $30,000,000,000.00 de dólares (treinta trillones de dólares) de deuda.  Vivimos una “mentira”.  El auto que conduzco, la televisión que veo, el teléfono celular que uso son accesibles porque este país ha creado una “mentira” de estilo de vida.  No es real.  Lo que poseemos y hacemos en nuestra vida diaria se basa en una deuda imposible de pagar en dos o tres años.  La humanidad, en su incesante orgullo y arrogancia, rechaza al Dios vivo y crea estilos de vida que no necesitan depender de ÉL.  Y eso mismo hemos hecho en los Estados Unidos.

En el Salmo 73, el autor entró en el “santuario” y vio el fin de la gente rica y egoísta.  Son como un vapor.  Las “cosas” que disfrutan, las vidas que viven, están vacías.  Desaparecen.  Su enfoque es orgulloso y egoísta.  Y el Señor los tratará como tales.  Su final no es bueno.  El salmista también se dirigió a DIOS en el santuario.  ÉL ES nuestra única esperanza.

Aquí es donde nos damos cuenta de cuán poderosamente engañosa es nuestra “carne”.  La mayoría de los “cristianos” que he conocido en los Estados Unidos durante los últimos cincuenta (50) años NO entienden cómo su “carne” dicta su existencia.  Creen sinceramente que DIOS les debe una gran cantidad de “cosas”.  Y oran y luchan para conseguir “más”.

Cuando nos detenemos y reflexionamos / consideramos honestamente nuestra situación – no somos los dueños de nada.  Nunca seremos dueños de nada.  No somos nada.  Sin DIOS, nunca seremos nada.  La mayoría de los seres humanos que alguna vez han vivido pasarán una eternidad en un lago de fuego (después del Milenio).  La mayoría de ellos.  Y si pasamos para siempre en el cielo, NADA tiene que ver con lo que hemos hecho ni con quiénes somos.  Es simple y honestamente porque DIOS escogió rescatarnos / salvarnos de SU condenación eterna.  Entramos a esta vida sin nada y salimos de esta vida dependiendo de ÉL.  Dependiente de SU gracia.  Dependiente de SU amor.

No tenemos nada que nos pertenezca.  No somos nada sin DIOS.  Al principio, ésta es una verdad dolorosa.  No nos gusta considerar la realidad.  Nuestra “carne” prefiere las mentiras de este mundo caído, pecaminoso y depravado.  Pero a medida que aprendemos a aceptar esta brutal verdad, nos damos cuenta, junto con el salmista 73, de que con DIOS somos más que bendecidos.  “¿A quién tengo en el cielo excepto a TI?”  ¿Qué esperanza tengo sin TU favor?  ¿A quién o a qué puedo acudir para que me ayude?  SOLO tenemos a DIOS y SU gracia sobre nuestras vidas.  De lo contrario, no somos nada.  Para siempre.

La primera parte de este versículo, “¿A QUIÉN tengo en el cielo sino a TI?”, es dolorosa.  No soy nada.  No puedo llegar al cielo solo.   No tengo esperanza para la eternidad si no es para DIOS.  La segunda parte de este versículo es la conclusión obvia que se extrae de la dolorosa experiencia de la primera.  Si DIOS es todo lo que tengo en el cielo, ÉL ES todo lo que quiero.  El enfoque de una persona reflexiva es DIOS.  No tenemos esperanza ni nada que ofrecer a esta vida sin ÉL.  ÉL ES todo.  SU gracia define mi existencia.  Literalmente.  No soy nada sin ÉL.  Con ÉL me es dada una eternidad en el cielo.  Porque ÉL ES un DIOS amoroso y bueno.  Y ÉL quiere derramar SU amor sobre SU pueblo.  Cuando ÉL lo hace, ÉL quiere ser apreciado / respetado.  ÉL quiere que SU pueblo viva para SU gloria.

Entonces, mis queridos hermanos y hermanas, HOY – pensemos con claridad.  Sin DIOS no tenemos nada.  No somos nada.  Con DIOS, todo lo que decimos y hacemos hoy tiene un significado eterno.  Y no “deseamos” nada más en esta tierra maldita, llena de pecado y depravada.  Nada.  Porque hemos pensado en nuestra existencia.  En esta tierra no tenemos nada.  Alguna vez.  Con DIOS, nuestra eternidad nos espera.  Y queremos vivir el hoy con un enfoque correcto.  
Por siempre con ÉL en el cielo.
¿A quién tengo yo en los cielos sino a Ti
Fuera de Ti, nada deseo en la tierra.

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