1 Samuel
16:7  
Pero el Señor dijo a
Samuel, 
“No mires a su apariencia, 
ni a lo alto de su estatura, 
porque lo he
desechado; 
porque Dios no ve como el hombre ve, 
pues el hombre mira la
apariencia exterior, 
pero el Señor mira el corazón”
Este es un
excelente versículo para reflexionar. Al considerar este versículo de la
Palabra de Dios, debemos tener en cuenta dos cosas: 1) ¿Qué me motiva? ¿Cuáles
son mis prioridades? 2) ¿Cómo comprendo / acepto a las personas en mi vida?
¡Estos dos temas merecen MUCHA reflexión!
Comencemos con la
primera pregunta… ¿Por qué te levantas de la cama por la mañana? El SEÑOR LO
SABE. Y ÉL quiere que también reflexionemos sobre esto. ÉL mira nuestros
corazones. ÉL SABE que tenemos que presentarnos de forma “adecuada” para el
trabajo. ÉL SABE que existen exigencias en nuestro comportamiento diario. ÉL
también SABE lo que se esconde tras nuestro comportamiento externo. ÉL SABE qué
nos motiva a hacer lo que hacemos. Y nosotros también necesitamos considerar
nuestras motivaciones. ¿Cuál es mi prioridad en esta vida? ¿Qué me “motiva” a “actuar”?
JESUCRISTO fue
muy claro respecto a nuestras prioridades – nuestras motivaciones. Busquen PRIMERO
SU reino y SU justicia… (Mateo 6:33). JESUCRISTO incluyó la motivación para
buscar SU reino. Debemos buscar PRIMERO SU justicia, así como SU reino. Van de
la mano. Debemos anhelar ser “justos” mientras buscamos SU reino. Y nuestro SEÑOR
CONOCE nuestros corazones. Cada mañana. Cada segundo de cada mañana. ÉL nos
invita a buscarLO a ÉL y a SU justicia. ÉL revisa nuestra motivación al
comenzar un nuevo día. Y nos pide que lo busquemos a ÉL, a SU reino y a SU
justicia.
Ahora bien –
analicemos la segunda pregunta… ¿Cómo “comprendemos” a las personas cercanas?
Sin duda, no somos DIOS. No podemos ver las motivaciones de las personas con la
claridad que ÉL tiene. Sin embargo – podemos observar sus acciones. Nuestros
pensamientos son la base de nuestros actos. “Por sus frutos se conocerá el
árbol” (Mateo 7:16-20). “Hacemos” lo que “pensamos”. Y debemos observar “las acciones”
de los demás como parte del criterio que utilizamos para definir nuestra
relación con ellos.
También debemos
recordar que nuestro SEÑOR SABE nuestra motivación para TODO lo que hacemos. Al
detalle. Nos cuesta definir nuestras motivaciones. Somos una mezcla de deseos y
motivaciones confusos. Nuestro SEÑOR puede aclararlos todos fácilmente. Muy
rápidamente. ÉL ES DIOS. ÉL ES santo. Y SU santidad exige claridad. SU claridad
elimina nuestra confusión de inmediato. ÉL SABE qué nos motiva en cada momento.
Al detalle.
ÉL no se fija en
nuestra apariencia. ÉL nos creó. Jamás podremos atribuirnos el mérito de
ninguna capacidad física, mental o intelectual que poseamos. ÉL es nuestro SEÑOR
y CREADOR. Todo lo que tenemos y somos LE pertenece. Podemos (y debemos) pedirLE
ayuda para nuestras motivaciones. ÉL CONOCE nuestros corazones.  Y nuestros corazones son engañosos.
Necesitamos ser más justos. Más puros. Más inocentes. Más santos. Y solo ÉL
puede ayudarnos a lograrlo. Mientras que ÉL nos santifica. Debemos anhelar ser
más santos al comprender que ÉL no se fija en lo exterior – ÉL mira nuestros
corazones.
Pero el Señor dijo a Samuel, 
“No mires a su apariencia, 
ni a lo alto de su estatura, 
porque lo he desechado; 
porque Dios no ve como el hombre ve, 
pues el hombre mira la apariencia exterior, 
pero el Señor mira el corazón”
Favor de escribir tus comentarios aquí. Gracias.
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