Eclesiastés
7:1  
Mejor es el buen nombre 
que el buen
ungüento, 
Y el día de la muerte es mejor 
que el día del nacimiento.
Un buen nombre es
difícil de conseguir. Para tenerlo – hay que aprender autocontrol. Tiene que
aprender a “morir a uno mismo”.  Porque
un buen nombre requiere hacer buenas obras de generosidad y altruismo
hacia los demás. Un buen nombre tiene un precio: “Tomar la cruz – cada día – y
seguir a Jesucristo” (Lucas 9:23). Salomón era un hombre sabio.  El entendió “el precio” de un buen nombre. Y
una vida vivida por un creyente que realmente desea honrar al Señor resultará en
un buen nombre. Un buen nombre es más digno de confianza y fiel que un buen
ungüento. Los ungüentos alivian el dolor temporalmente.  Un buen nombre es una inversión a largo plazo.
Quienes rodean a una persona con un buen nombre confían en esta persona. Un “buen
nombre” es mejor que un alivio pasajero.
Y el día en que
dejemos esta vida — como personas con un “buen nombre” — será mejor que el día
en que nacimos. Porque una “buena persona” tiene que “morir” cada día. Morir a
sí misma. Debe pedir continuamente la ayuda del Espíritu Santo para mantener su
naturaleza pecaminosa bajo control. Debe ser “llena” de ÉL. Y su “carne” debe
ser crucificada. Cada día. Momento tras momento.
El día en que “morimos”
físicamente – nuestra “carne” deja de existir. Nuestras “almas” estarán con
Cristo en el cielo. (En el rapto – seremos “revestidos” con cuerpos
sobrenaturales). En el día de nuestra muerte – ya no es necesario a crucificar nosotros
mismos. Esa parte de nuestra “vida” termina. Se acabó. Para siempre. Y
descansaremos verdaderamente en Su presencia. En Su amor. Y Su presencia es
mucho mejor que cualquier cosa que hayamos conocido en esta vida caída. El día
de nuestra muerte es mucho mejor que el día de nuestro nacimiento
– para los que logran un “buen nombre”.  
Mejor es el buen nombre que el buen ungüento, Y el día de la muerte es mejor que el día del nacimiento.
Favor de escribir tus comentarios aquí. Gracias.
ReplyDelete