Juan 15:12
Este es Mi mandamiento:
que
se amen los unos a los otros,
así como Yo
los he amado.
JESUCRISTO
compartió estas palabras durante SU última noche en esta tierra como DIOS / hombre.
ÉL sabía que en menos de 24 horas ÉL sería crucificado. ÉL sabía que SU tiempo
en esta tierra como el CORDERO de DIOS llegaba a su fin. También ÉL sabía que
estaba dando SU vida para poder "salvar" a los once hombres que
estaban con ÉL (Judas había abandonado la Última Cena para traicionarLO poco
antes), así como a los millones que ÉL soberanamente escogió antes del
principio del mundo.
JESUCRISTO lo SABÍA.
Y por eso, hizo SU mandamiento más preciso. ÉL ya no repitió los “Diez
Mandamientos”. Ni siquiera dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,
alma y mente…" Porque ÉL sabía
que lo que iba a hacer en menos de 24 horas requería un mayor compromiso de SU
parte — y, en consecuencia, del nuestro — que cualquier otro acto que el mundo
haya visto antes o después.
JESUCRISTO – DIOS
envuelto en carne del ser humano por poco más de treinta años (cerca de 33) –
murió en una cruz. Mientras que murió – SU PADRE “lo hizo pecado” (2 Corintios
5:21). Nadie “sabe” con precisión qué significa ese versículo – pero TIENE que
incluir un castigo incomprensible. DIOS no puede cambiar. JESUCRISTO pagó por
completo toda la agonía que cada uno (que iba “rescatar”) merece eternamente.
Es un precio demasiado alto para comprenderlo. Solo podemos inclinar la cabeza
con asombro y gratitud por un amor tan grande – una bondad tan profunda – una
gracia tan sobrecogedora.
Y después de
inclinarnos ante SU amor – podemos COMPROMETERnos a obedecerLE. Podemos amar a
los demás como ÉL nos amó. No porque merezcan nuestro amor. No lo merecen.
Igual que nosotros. Podemos COMPROMETERnos a amar a los demás porque ÉL nos amó
tanto.
Esta es la razón
por la que JESUCRISTO no necesitó incluir ninguna otra explicación de “cómo”
debemos amar. SU eterno “acto” en la cruz en nuestro lugar (sustitutivo) es
todo lo que necesitamos saber. SU amor por nosotros – inmerecido y eterno – nos
motiva a amar a los “no amables”. Porque eso es QUIENES ÉRAMOS hasta que ÉL
llegó a nuestras vidas. No hay nada en mí – ni en ti – que sea digno de ser
amado sin JESUCRISTO. Somos lentos para permitir que el ESPÍRITU SANTO nos
demuestre sinceramente “quiénes” somos realmente. Cuando lo permitimos –
nuestra motivación para amar a los demás – independientemente de su
comportamiento – se profundiza. Porque así es precisamente CÓMO JESUCRISTO nos
amó. A pesar de quiénes somos – no por quiénes somos. Incluso hoy – nuestras “vidas
del pensamiento” se equivocan más de lo que aciertan. Después de años de
aprender del ESPÍRITU SANTO y estudiar SU palabra – aún no somos QUIENES
quisiéramos SER. Y ÉL SABÍA esto la noche en que ÉL instruyó a los once a “amarse los unos a los otros, así como ÉL los amó (y
a nosotros)”.
Así que – aquí
está – mis queridos hermanos y hermanas. Un mandato simple y claro. Sin reglas
ni mandamientos complejos que cumplir. El amor verdadero es simple. Es
profundo. Y consume a quien lo “conoce”. No hay lugar para esconderse ni
justificarse. Ámense los unos a los otros como YO los HE amado. Amen mientras que mueras - literal y emocionalmente – a sí
mismos. Amen hasta que no quede nada de “ti mismo”. Solo existe JESUCRISTO. ÉL –
que es verdaderamente DIOS – dio SU vida humana perfecta para que pudiéramos
vivir eternamente con ÉL. Y hoy – con mansedumbre, ternura y claridad – ÉL nos
instruye – a MORIR.
No hay manera de
amar a otros como ÉL nos amó sin la presencia del ESPÍRITU SANTO. No hay nada
en nosotros que quiera morir por los demás. Y en SU simple y clara instrucción –
nuestro SEÑOR omnisciente SABÍA que nos estaba ordenando con simpleza y
serenidad – hacer lo imposible. NO es posible que un ser humano ame a otro como
ÉL nos amó sin DIOS "EN nosotros". ÉL tiene que "vivir"
(morar) EN nuestros corazones para que podamos comenzar a comprender la
profundidad y el poder de SU mandato simple.
Así que – hoy –
muere. Muere a ti mismo. Y ama a los demás como ÉL te amó. Sé BUENO. Sé amable.
Sé gentil. Sé humilde. AMA a los demás. Porque nuestro SEÑOR te amó (y me amó)
de esta manera. Cuando no lo merecíamos. Y ÉL simplemente, tranquilamente y
claramente nos dice que “vivamos” de la misma manera.
Hoy.
Este es Mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, así como Yo los he amado.
Favor de escribir tus comentarios aquí. Gracias.
ReplyDelete