1 Juan 3:16
En esto hemos conocido el amor, en que Él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.
Unas preguntas comúnes
que escuchas después de pasar algunos años en la “iglesia” es: ¿Cómo puedo
saber lo que Dios quiere que haga? ¿Cómo puedo saber su voluntad? La respuesta
a estas profundas preguntas se encuentra en Su palabra. Y no es lo que
esperamos. Dios no nos dice que demostremos nuestra inteligencia en lo
académico. No nos dice que abrumemos a la gente con nuestras habilidades
atléticas. Él no quiere que “ganemos amigos e influyamos en las personas” sólo
por crear influencia o sentirnos importantes.
Dios simplemente nos
dice que Lo amemos profundamente y que amemos a nuestros hermanos y hermanas.
Su voluntad no es complicada. Lo hacemos complicado porque disfrutamos del
pecado más que de Su voluntad. Si Lo amamos profundamente y aprendemos acerca
de Él, nos volveremos más sabios. A medida que nos volvamos más sabios,
querremos amar a nuestros hermanos y hermanas. Es un proceso tan natural como
una fuente de agua que brota del suelo. Fluye y no se puede detener. Eso es lo
que nos sucede cuando obedecemos al Señor y hacemos Su voluntad.
“Debemos aprender a”
amar a nuestros hermanos y hermanas. No sólo amarlos sino aprender a ponerlos
en primer lugar. Da tu vida por los hermanos y hermanas como Jesús dio su vida
por nosotros. Esto es mucho más que ayudarlos cuando lo necesitan. Esto es para
“agapearlos” (palabra griega que significa amor sacrificial). Buscar su
bienestar antes que el nuestro. Cuando hacemos esto, honramos a nuestro Creador
mientras confiamos en Él. Esta confianza se llama fe. Necesitamos hacer cosas
buenas y confiar en Dios. En este caso específico, debemos dar preferencia a
nuestros hermanos y hermanas y confiar en Dios. Él es fiel.
No comments:
Post a Comment