Santiago 1:15-18
Luego esa pasión, después de haber concebido,
da a luz el pecado;
y el pecado, una vez llevado a cabo, engendra la muerte.
Mis amados hermanos, no se engañen:
Toda buena dádiva y todo don perfecto proviene de lo alto y desciende del Padre de las luces en quien no hay cambio ni sombra de variación.
Por Su propia voluntad, El nos hizo nacer por la palabra de verdad para que fuéramos como primicias de sus criaturas.
Las imágenes biológicas
son vívidas. La lujuria o deseo concibe y de esta concepción nace el pecado. El
padre no mencionado es con toda seguridad Satanás. El niño grotesco, el pecado,
luego madura y produce su propia descendencia, la muerte. Los pasos son muy
claros: la lujuria desenfrenada produce pecado, y el pecado no confesado trae
muerte. Qué extraño que el pecado engendre la muerte. Puede parecer extraño,
pero Santiago advirtió a sus queridos hermanos y hermanas que debían leer esta
“genealogía” que no se dejaran engañar ni extraviar. Así como una respuesta
correcta a las pruebas puede resultar en un crecimiento hasta la plena madurez
espiritual, una respuesta incorrecta a la lujuria resultará en una disminución
de la pobreza espiritual abyecta y, en última instancia, en la muerte misma.
En marcado contraste con la morbosa escena de muerte que desciende de la
lujuria desenfrenada está la brillante escena de nueva vida que emana de la
Palabra de verdad (v. 18; de Ef. 1:13; Col. 1:5). El padre de las tinieblas,
Satanás (Hechos 26:18; Col. 1:13), genera la descendencia del pecado y la
muerte. El Padre de las luces celestiales (es decir, Dios, que creó el universo
estrellado) da salvación y vida y es inmutable. ¡Las sombras del sol cambian,
pero no Aquel que hizo el sol! Las palabras, todo don bueno y perfecto viene de
arriba, tienen una cadencia poética en griego. Literalmente son: "cada
buen acto de dar (dosis) y cada regalo perfecto (dōrēma) proviene
de arriba."
La solución a la tentación se encuentra en una relación estrecha con el
Padre y una respuesta constante a su Palabra. Uno debe descansar en el
inmutable Señor de la luz y confiar en su “Palabra de verdad” dadora de vida
(cf. Ef. 1:13; Col. 1:5; 2 Tim. 2:15).
No hay ninguna razón por la cual una de las primicias escogidas de Dios,
o creyentes regenerados, tenga que ceder a la tentación. Debe aprender a
resistir su fuerza mortal, o nunca podrá alcanzar la madurez espiritual que
Dios desea de sus hijos de luz (Efesios 5:8; 1 Tes. 5:5).
Tomado del Comentario del conocimiento bíblico
Se recomienda encarecidamente leer todos los versículos entre paréntesis.
Favor de escribir tus comentarios o preguntas aquí. Gracias.
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