Salmos 27:4
Una cosa he pedido al Señor, y esa buscaré:
Que habite yo en la casa del Señor todos los días de mi vida,
Para contemplar la hermosura del Señor
Y para meditar en Su templo.
David era el rey de
Israel. Tenía toda la riqueza, el poder y la influencia de Israel a su
disposición. Podía pedir y obtener lo que quisiera. ¿Y qué pidió David? Pasar su vida en
la casa del Señor todos sus días.
O-o-o-o-o – si tan solo fuéramos
más como rey David. Es sabio anhelar estar con el Señor – en Su casa. Hebreos 10:25
nos dice – "no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino
exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca." Es un advertencia que el pueblo - en los días de dureza - no respetará la importancia de congregarse. ¿Hay alguien escuchando? :) (Los quiero, aunque lo dudan...)
En la cultura confusa de hoy – si faltas a una reunión o evento de la
iglesia – “Está bien, no es gran cosa”. Para David, el rey de Israel, ERA un
gran problema. Quería pasar TODOS sus días en la casa del Señor – reflexionando
sobre Su Salvador y Rey. Estos son pensamientos sabios.
Debemos pensar en Aquel con Quien debemos tratar – Dios – Uno en Tres
Personas. Él no cambia. En Él “no hay variación ni sombra de cambio” (Santiago
1:17). Entonces, deberíamos aprender cómo pensar acerca de la “iglesia” del rey
David. Deberíamos anhelar estar con el cuerpo de Cristo. No por presión, sino
por el amor y el respeto que tenemos por Jesucristo. El autor de Hebreos en el
capítulo 10 nos recuerda que es gracias a “la sangre de Cristo” que podemos
entrar al santuario con confianza. Jesucristo aprecia cuando “recordamos” por
qué podemos ir a la “iglesia” (Su cuerpo) con confianza. NO es porque somos buenos. NO somos buenos, incluso después de
haber sido salvos. Demostramos lo NO buenos que somos cuando faltamos a las
actividades de la iglesia porque tenemos que “trabajar” o “un miembro de la
familia” está enfermo, o cualquier pretexto o evento que ponemos antes que estar con Su pueblo - la iglesia.
Es un honor ser salvo.
Jesucristo nos honró al
derramar
Su preciosa sangre por nosotros.
Como mínimo, debemos devolver el honor estando
en Su casa, tan a menudo como sea posible. No por presión, sino por una
comprensión “reflexiva” de quiénes somos y a QUIÉN servimos.
Favor de escribir tus comentarios o preguntas aquí o a mi correo electrónico - ranknight@yahoo.com. Gracias.
ReplyDelete