1 Juan 4:10
En esto consiste el amor:
no en que nosotros hayamos amado a Dios,
sino
en que Él nos amó a nosotros
y envió a Su Hijo
como propiciación por nuestros pecados.
¿En qué consiste el
amor? El amor consiste en hacer lo que es bueno y beneficioso para quienes lo
reciben, incluso cuando no lo piden o no saben que es bueno para ellos. El
verdadero amor llega a los perdidos que están demasiado confundidos para saber
que están perdidos. Este es el amor ágape (palabra griega). El amor ágape
es mucho más profundo y significativo que el amor que se encuentra en las
relaciones humanas. El amor ágape es un amor profundo y sacrificial.
Sólo podemos comenzar a entenderlo después de que “conozcamos” a Jesucristo
personalmente. El amor ágape da en beneficio de quien lo recibe sin
importar el “costo”. Dios nos amó mientras nosotros lo rechazamos. Él nos amó
tanto que envió a su Hijo unigénito a morir en una cruz para que fuésemos
“perdonados”.
El amor de Dios llega
donde no es aceptado. Eso es algo “antinatural” para nosotros. Sólo amamos a
los demás cuando ellos a nosotros también nos aman. Dios ama cuando nadie está
interesado. Romanos 5:8 dice: “Pero Dios demuestra Su amor para con nosotros,
en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. Mientras pecábamos
contra Él, Jesucristo murió por nosotros. Esto es amor verdadero. La Biblia nos
instruye a “amar a nuestros enemigos”. Él nos amó cuando éramos Sus enemigos.
Nuestro Señor no nos pide que hagamos lo imposible. Podemos amar a nuestros
enemigos porque entendemos que Él nos amó mientras éramos Sus enemigos.
Romanos 3:10-12 explica que nadie es bueno y nadie busca a Dios. No lo
queremos en nuestro estado “natural”. No queremos ser santos ni estar en
presencia de la santidad. Todos podemos estar de acuerdo en que no amamos a
Dios primero. Él nos amó – no porque fuéramos buenos o mereciéramos ser amados
– sino porque Él eligió amarnos antes de la fundación del mundo (Efesios 1). En
esto consiste el amor...
Dios nos amó tanto – mientras éramos sus enemigos – que envió a su Hijo
unigénito (Jn. 3:16) a morir en una cruz por nosotros para que pudiéramos ser
perdonados de todos los pecados que habíamos cometido contra Él. Envió a
Jesucristo a sufrir y morir en nuestro lugar. Jesucristo sufrió en la cruz toda
la ira y la justicia que Dios requería para ser “propiciado”. Propiciar
significa satisfacer la ira justa que Dios sentía hacia nosotros –los humanos
pecadores. La ira de Dios hacia los pecadores ha sido “satisfecha” mediante la
muerte de Jesucristo en la cruz. No hay nada que podamos hacer como seres
humanos para ser “salvados” de la condenación eterna excepto creer que se nos
ha proporcionado este increíble regalo. Nuestros pecados, todos ellos, son
perdonados. Porque Dios nos amó. MUCHO.
Dios es amor.
Comentarios o preguntas aquí, por favor. Gracias.
ReplyDelete