Jeremías 17:7-8
Bendito es el hombre que confía en el Señor,
Cuya confianza es el Señor.
8 Será como árbol plantado junto al agua,
Que extiende sus raíces junto a la corriente;
No temerá cuando venga el calor,
Y sus hojas estarán verdes;
En año de sequía no se angustiará
Ni cesará de dar fruto.
Bienaventurado
el hombre (“persona” – sustantivo neutro)
quien
confía EN el Señor
cuya
confianza ES el Señor.
Algo está sucediendo en
esta interacción entre la preposición “EN” y el verbo “ES”. Confiamos EN las
cosas. En la cultura orgullosa y malvada de hoy, la mayoría de los “cristianos”
confían EN el dinero y compran cosas. Confian EN ellos mismos y sus
“cosas”. En este breve pasaje, el profeta Jeremías (guiado por el Espíritu Santo)
cambia de “confiar EN el Señor” a confiar “ES” el Señor. Es bueno confiar
“EN” el Señor. En muchos, muchos pasajes se nos dice que nuestro Señor es
misericordioso, bondadoso, amoroso y perdonador - podemos confiar “EN” QUIEN ES
ÉL. La preposición "en" es una buena descripción de EN Quién podemos confiar. Confía EN el Señor
El cambio de “EN” (v. 7a) a “ES” (v. 7b) da un salto audaz al ámbito
ontológico: la conversación (descripción) de “quiénes” somos y cómo definimos
la realidad. “Cuya confianza ES el Señor”. Bienaventurada la “persona” que
define su existencia basada en el Señor. Bendita ES la persona que elige
definir “todo”: ellos mismos, sus pensamientos, las personas que los rodean, la
creación misma SE define como el Señor.
Cuando confiamos EN algo o alguien, basamos nuestra confianza EN nosotros mismos como el comienzo de nuestra confianza. “Yo” defino en quién
“yo” confío. Cuando la confianza ES la entidad en la que se confía, TODO está
definido por dicha entidad. En este caso – el Señor. Mi existencia ES el Señor.
No hay pensamientos, acciones, situaciones o cambios que sorprendan a
Jesucristo. “En ÉL vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser”. (Hechos 17:28)
Pablo pronunció estas palabras a los griegos en Atenas unos 600 años después de
que Jeremías escribiera el pasaje que leemos hoy. Los griegos eran conocidos
por sus habilidades filosóficas y su deseo de definir la realidad. Pablo,
deseoso de encontrarlos donde intentaron definirse, declaró lo que Jeremías
dijo aquí: Jesucristo ES nuestra realidad.
Bienaventurada la persona cuya confianza ES el Señor. Él creó y ES todo
lo que conocemos y entendemos. Él ES la realidad. Nada existe fuera del Señor.
Simplemente no puede suceder.
Cuando comprendemos y aceptamos esta realidad, la vida cambia
profundamente. Cada persona, cada conversación, cada “cosa” es creada por y
para el Señor y Su gloria. No hay nada, en ningún lugar y en ningún momento,
que suceda que no sea para Su gloria. “Vivimos, nos movemos y tenemos nuestro
ser (existencia) en Él”. Jesucristo ES nuestra definición de todo lo que es. Él
hizo esto para Su gloria (y la de Su Padre).
Entonces, ¿qué sucede cuando entendemos y confiamos en que todo lo que
somos y entendemos ES el Señor? Suceden muchas cosas buenas. La vida ya no se
define por “lo” que podemos poseer u obtener. No definimos a “nosotros mismos”
como una fuente de en quién “confiamos”. Nuestra existencia se define como
parte del plan del Señor. Nosotros, por Su gracia eterna, llegamos a ser parte
de un plan mucho más grande y más amplio que en quién “nosotros” elegimos
confiar. Definimos nuestra comprensión de todo como parte del plan del Señor. Y
lo disfrutamos. Apreciamos y respetamos que nuestra comprensión de todo es por
Su gracia soberana y amorosa. Y nos volvemos como un árbol plantado junto a un
río.(Salmo 1) Somos estables, nutridos, amados por un Dios Creador que es más
que bueno con nosotros. Entendemos que Su amor por nosotros nunca cesará.
Descansamos en Su conocimiento eterno de quiénes seremos “nosotros” dentro de
1,000,000 de años. Y ya no tenemos que “demostrarnos” a nosotros mismos ni a
los demás que “nosotros” somos capaces de cualquier cosa. Dios es bueno. Y ese
es el mensaje que empezamos a compartir porque nos define. Nuestro Señor creó
todo lo que vemos y conocemos. Él ES nuestra confianza.
¿Y cuál es el resultado de esta comprensión? Damos frutos dondequiera
que vayamos. “Rios de agua viva” (Juan
7:38) fluyen del corazón. El Espíritu Santo confirma que nuestra confianza es el Señor. El Espíritu Santo nos usa a “nosotros” (seres creados) para
glorificarLo a Él (Jesucristo). Este es un honor increíble. No hacemos esto
porque “nosotros” elegimos hacerlo. Hacemos esto porque el Señor ES nuestra
confianza. El Señor define TODO lo que conocemos y somos. Y los “creados”
(nosotros) disfrutamos de la oportunidad de alabar al Creador – el Señor. Y el
fruto fluye sin ser considerado. Las circunstancias, sequía, plaga, falta de
dinero, mucho dinero, no definen a una persona cuya confianza ES el Señor.
Somos “libres” para hacer y ser lo que el Señor quiere que seamos. Y esta
“libertad” es gloriosa. Nos perdemos en definir quiénes somos por Aquel que nos
creó. Y la vida tiene significado y propósito. Disfrutamos del tiempo con
nuestra familia, en nuestra iglesia, conociendo gente en la calle - porque todo
tiene un propósito - glorificar al Señor. Y nada, en ningún lugar, puede
detener esto. En nuestra muerte, simplemente continuaremos glorificándoLo en Su presencia. “Nuestras” vidas ya no están
definidas por “nuestra” definición. El Señor define la eternidad y Él es bueno. Morimos y disfrutemos verdaderamente de
vivir.
Favor de escribir comentarios aquí. Gracias.
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