Salmos 91:2
Diré yo al Señor: “Refugio mío y
fortaleza mía,
Mi Dios, en quien confío”.
“Diré yo al Señor”. Pronunciamos el título “Señor” sin contemplar el
significado. Jesucristo es el Señor de todos. Rey de todos los reyes. Él
reinará sobre esta tierra desde Jerusalén. Él será el Señor de toda la tierra.
Aún no. Pero un día. Él reinará. Por ahora, Él es nuestro
Señor en el cielo.
Hasta ese día – podemos decirle – Él es mi refugio y mi fortaleza. Veo a
cristianos que anhelan madurar en su conocimiento de Jesucristo ser objeto de
chismes y manipulación. En el mundo duro y confuso de hoy, es más difícil
madurar en el conocimiento de Él. El mundo, nuestra carne y los cristianos
carnales quieren detener o retardar el crecimiento de aquellos que quieren
conocer a Jesucristo más íntimamente. Pero si aprendemos a hacer del Señor
nuestro refugio, nuestro puerto seguro en una vida turbulenta, nada ni nadie
podrá impedirnos crecer. Simplemente necesitamos buscarLo con un corazón
quebrantado y necesitado. Y Él nos consolará y nos conducirá a verdes pastos.
(Salmo 23) Él nos llevará a lugares donde podamos descansar y crecer en el
conocimiento de Él.
Dios mío - en quien confío.
Debemos recordar que nuestro Señor nos creó y todo lo que vemos y conocemos. Si
hacemos esto, entenderemos que no tenemos a nadie más en quien confiar excepto
Él. El resto de la humanidad está destrozada. Caído en pecado. Nuestra única fuente
de verdadera esperanza y descanso está en Jesucristo a través de la dependencia
del Espíritu Santo. "Dios mío - en quien confío". Pedro, el pescador (sin escuela) de Galilea,
respondió sabiamente a Jesucristo en Juan 6: Entonces Jesús dijo a los doce discípulos: “¿Acaso también ustedes quieren irse?”. Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes
palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y
sabemos que Tú eres el Santo de Dios”. (Jn. 6:67-69)
Confiamos en el Señor porque no hay a quién acudir. El mundo y todas sus
mentiras no ofrecen esperanza. Jesucristo ofrece las palabras de (y Él es) vida
eterna. Sólo Él es nuestro refugio y fortaleza en una vida caída y confusa.
Debemos aprender a recurrir a Él. Todo el tiempo. La esperanza y la paz que Él
ofrece no se pueden encontrar en nadie ni en ningún otro lugar.
Favor de escribir tus comentarios aquí, gracias.
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