1 Corintios
13:4
El amor es paciente,
es
bondadoso.
El amor no tiene envidia;
el amor no es jactancioso, no es arrogante.
Para entender este versículo, necesitamos definir los términos. El amor
“ágape” es un amor que sólo considera el bienestar de quien lo recibe. La cruz
de Jesucristo es el ejemplo más profundo e importante de amor “ágape”.
Jesucristo solo pensó en aquellos a quienes salvaría cuando sufrió una muerte
terrible en la cruz. Él, como Dios, no tenía nada que “ganar” para Sí Mismo. Él
fue, es y siempre será Dios. Sufrió sólo por nuestro beneficio. Él nos “amó”
(ágape).
Cuando consideramos cuánto soportó y dio para nuestra salvación eterna,
debemos sentirnos profundamente conmovidos a “amar” (ágape) a los demás. Su
amor por nosotros es eternamente fuerte. Nada puede separarnos de Él. Con la
certeza de este conocimiento, Él anhela que “amamos” (ágape) a los demás. Hay
numerosas referencias en el Nuevo Testamento sobre la importancia de “amar”
(ágape) a los hermanos y hermanas de nuestra iglesia.
Es importante darse cuenta de que los “adjetivos” en el versículo 4 son
en realidad “verbos” en griego. Por ejemplo, “el amor es paciente” se traduce
mejor: “el amor espera pacientemente”. El amor no interviene abruptamente.
Anhela lo "mejor" del destinatario. Lo “mejor” no es nada material.
Cuando realmente amamos (ágape) a los demás, no se nos pasa por la cabeza
comprarles cosas. Nuestros cónyuges y nuestros hijos no necesitan
"cosas". Quieren ser “amados” (ágape). Anhelan saber que no están
separados ni solos debido a las terribles consecuencias del pecado. Anhelan
pertenecer, saber que son importantes, ser “amados”. Y “el amor espera
pacientemente”. No es brusco en su comportamiento. Espera demostrar su deseo de
ser comprendido y sentido.
El amor (agape) “hace” bondad. El amor “hace” cosas buenas para
quienes lo reciben. Siempre está buscando formas de “hacer” pequeñas cosas que
muestren respeto y consideración por su destinatario. "Hace bondad".
El amor (ágape) no “envidia”. El amor coloca el bienestar de quien lo
recibe por encima de la persona que “realiza” el amor. No puede envidiar porque
quiere más para el receptor de lo que quiere para sí mismo. Cuando aquellos a
quienes "amamos" sean recompensados (aquí o en el cielo), nos
alegraremos por ellos. El amor no busca recibir. Sólo quiere
dar. Por tanto, no puede envidiar a nada ni a nadie.
El amor (ágape) no se jacta. Cuando uno sólo quiere lo mejor para los
demás, no hay nada de qué jactarse. El amor se pierde en el Dios vivo. Ya no
considera su propio bienestar. Sólo quiere amar a los demás. De la misma manera
como hemos sido amados por Jesucristo.
Siendo Dios, Él dio Su vida para que podamos vivir. Vivir nuestras vidas
para Él por Él. Hoy. Amemos como
somos amados.
Favor de escribir tus comentarios aquí. Gracias.
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