Lucas 16:13
Ningún siervo puede
servir a dos señores,
porque o aborrecerá a uno y amará al otro,
o se apegará a
uno y despreciará al otro.
No pueden servir a Dios y a las riquezas.
La incapacidad de los
hijos e hijas de Jesucristo para discernir la verdad en este versículo dicho
por Jesucristo ha causado un daño tremendo a Su cuerpo y a Su pueblo. La gran
mayoría de los cristianos que he conocido en Estados Unidos, y muchísimos en México,
viven por el deseo de acumular riquezas. La riqueza que ofrece este “mundo”.
Asisten a la iglesia con bastante regularidad, piden las bendiciones de Dios
para sus objetivos egoístas y trabajan y sudan para obtener dinero y cosas.
Creen errónea y pecaminosamente que el hecho de que puedan obtener las “cosas
de este mundo” demuestra que son “bendecidos” por Dios. Desechan la excusa - se
supone que un hombre debe mantener a su familia. Esto, en sí mismo, es cierto.
Cuando la provisión de un hombre para su familia y la capacidad de adquirir más
“cosas” se convierte en una prioridad SOBRE la búsqueda de Dios y Su reino, es
pecado manifiesto. Y la mayoría de los cristianos que he conocido en los
Estados Unidos no disciernen la diferencia. Se niegan muy
obstinadamente, a reconsiderar la vida que han elegido vivir. Y la cultura
“cristiana” estadounidense, errónea y pecaminosamente, los apoya en su
confusión.
No estamos vivos hoy para pedir la bendición de Dios para ayudarnos a
adquirir riquezas. Esa no es la razón de nuestra existencia. A Dios no Le preocupa especialmente si somos dueños de una
casa, un automóvil, mucha tecnología o una cuenta llena de dinero en efectivo.
(Él SABE que TODO Le pertenece.) Él nos
creó y luego nos salvó para que pudiéramos tener la oportunidad de glorificarLo en esta vida. Todos Sus hijos en el cielo Lo glorificarán porque Lo verán y entenderán lo que ha hecho. Mientras
estamos en esta tierra, los creyentes en Cristo tienen una opción – honrarLo o buscar riquezas.
No existen reglas estrictas para determinar cuándo cruzamos la línea
entre el trabajo y la codicia egoísta. Si siquiera hacemos la pregunta – si
tenemos dudas – nuestra motivación ya es errónea. PRIMERO debemos BUSCAR el
reino de Dios y Su justicia (Mt. 6:33). Si hacemos eso, estaremos felices de
ayudar a la iglesia en cualquier aspecto, incluso financieramente. No
inventaremos reglas que minimicen cuánto tenemos para dar. Con gusto buscaremos
maneras emocionantes e interesantes de dar más dinero y más de nuestras vidas a
Su reino.
Hay otro fenómeno interesante a destacar sobre las personas que eligen
acumular riqueza. No desarrollan un ministerio en la iglesia duradero. “Un árbol será conocido por sus
frutos”. (Mt. 12:33) Si una persona va a la iglesia, hace y dice las cosas
“correctas”, pero no anhela servir a los demás y desarrollar un ministerio
donde pueda sostener el cuerpo de Cristo, es muy probable que sirva a otro señor. Si nuestro fruto es sólo venir a la iglesia,
ser tranquilos, “buenas” personas e ir a casa a ahorrar energía para obtener
más “cosas” – “nuestro señor” (pequeña “s”) es definitivamente riqueza, aunque seguimos en la iglesia.
No tenemos que tener muchas (o ninguna) cosas para tener la riqueza como
nuestro señor. El hecho de que seamos más consistentes en nuestro esfuerzo por
ganar riqueza que en desarrollar un ministerio es una buena pista de que
tenemos un problema espiritual grave. (Limpiar la iglesia o programar
actividades de la iglesia no es un ministerio). Un ministerio ocurre cuando una
persona realiza todas las responsabilidades de cualquier servicio prestado y lo
hace con pasión y una sonrisa. Entienden que sirven al Señor y a Su pueblo.
Cuando tienes un ministerio dado por Dios, el deseo de trabajar en esta área
simplemente fluye. Por ejemplo, una maestra de estudio bíblico para niños que
enseña la Biblia como un ministerio para niños buscaría maneras de animarlos y
amarlos incluso cuando no es su semana para enseñar. Alguien en "el ministerio" –
vive lo que la palabra implica – ministra (ayuda, asegura, guía, apoya) a
cualquiera que entre en su ámbito ministerial. No es una tarea “semanal” que
deba completarse. Es una actitud dada por El Espíritu Santo - no una tarea para cumplir.
Cuando la riqueza es nuestro señor nos sentimos rápidamente desanimados
en la iglesia. La prioridad de adquirir dinero y cosas nos distrae de servir al
verdadero Señor. Y el conflicto incesante nos hace sentir incómodos en ambos
“mundos” – el espiritual y el
secular. No crecemos espiritualmente y nos sentimos culpables en lo secular. En
Apocalipsis 3, Jesucristo llama al problema “tibio”. Y a Él realmente,
realmente no Le gusta lo “tibio”.
Debemos considerar cuidadosamente quiénes somos en Él. Se merece lo mejor que
tengamos para darLe.
Favor de escribir tus comentarios aquí. Gracias.
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