Mateo 5:4
Bienaventurados los que lloran,
pues ellos serán
consolados.
Paradoja
– una afirmación o proposición aparentemente absurda o contradictoria que,
cuando se investiga o explica, puede resultar bien fundada o verdadera. Los
antiguos griegos eran muy conscientes de que una paradoja puede llevarnos fuera
de nuestra forma habitual de pensar. Combinaron el prefijo para-
("más allá" o "fuera de") con el verbo dokein
("pensar"), formando paradoxos, un adjetivo que significa
"contrario a las expectativas". Los hablantes de latín (romanos)
usaron esa palabra como base para un sustantivo paradoxum, que los
angloparlantes (hablan ingés) tomaron prestado durante el siglo XVI para crear
paradoja.
En Su
Sermón del Monte (Mateo 5), Jesucristo explicó y exploró muchos conceptos
diferentes que son – para nuestro razonamiento humano – paradójicos. Su “verdad” contradice nuestro
“entendimiento”. Y Él continúa
invitándonos HOY a confiar en Él y no en nuestra “razón”. Constantemente exigimos que nuestras vidas
tengan “sentido” y “corramos” a trabajar, ganar dinero y “hacer” toda nuestra
vida sin ponerlo a Él primero en todo. Y
sufrimos por ello. Vivimos vidas
solitarias, inseguras y asustadas en constante miseria porque nos negamos a
creerLe.
Mire
el versículo 4: Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados. Hay muchas familias en la costa de Luisiana
que se encuentran “incómodas” esta mañana.
Un pequeño huracán se dirige hacia allí.
Está lloviendo ahora mismo.
Quizás la calle frente a su casa esté empezando a llenarse de agua. A medida que avanza el día de hoy, en lugar
de que la lluvia disminuya, se vuelve más intensa durante todo el día. Ahora mismo hay viento. Los árboles se mueven con el ir y venir de la
brisa. Esta tarde el viento será muy fuerte. Se desplazará a cien-treinta kilómetros por
hora con ráfagas de ciento cuarenta o cincuenta. Algunas de las familias perderán sus
techos. Algunas familias tendrán casas
que se llenarán de agua. Una o dos
personas que viven justo en la costa perderán la vida entre las olas y el agua
que los baña. Los que permanezcan aquí,
en esta vida caída, llorarán por la pérdida de sus seres queridos y de sus
bienes materiales.
¿Y qué
dijo el Señor de todos de los que lloran?
Serán consolados. Una paradoja
que merece una reflexión seria.
Comencemos
con la lección más fácil y avancemos hasta el motivo más difícil para
llorar. Las familias que esta tarde
pierden todas sus pertenencias llorarán porque no tienen una cama donde dormir
ni muebles donde descansar. Todo quedará
empapado y arruinado por los vientos y la lluvia. Sin embargo, son bendecidos cuando lloran.
SI
“aprenden” de esta terrible circunstancia que las “cosas” que pensaban que eran
“suyas” – nunca lo han sido – valía la pena pasar (vivir) esta tarde. SI, con la llegada de este huracán a sus
vidas aprenden que todo lo que vemos está hecho de polvo y se “perderá” - tarde
o temprano - hoy ha sido un “buen” día para ellos. Porque – SI aprenden a confiar en Jesucristo
– aprenderán a vivir para lo que no vemos.
Esto se llama fe.
Ahora
podemos aprender la siguiente idea, y la más dura (en nuestra forma egoísta de
pensar), de las familias que “lloran” esta tarde en Luisiana. Las familias que pierden a un ser querido – un
miembro de su familia muere a causa del viento y las olas en la costa. Este es el resultado más difícil de cualquier
circunstancia trágica. La muerte de un
ser querido. Y lloramos porque los
amamos. Y nuestro Señor dice – somos
bienaventurados porque lloramos. Seremos
bendecidos si aprendemos de la muerte de nuestro ser querido que todos somos
como la hierba – aquí un día y mañana no.
(Sal. 103:14-16)
TODAS las
circunstancias – TODAS ellas, incluidos los huracanes – son para nuestro
beneficio y SU gloria – SI APRENDEMOS de ellas.
Piénselo.
Bienaventurados
los que lloran. Esta promesa – esta
paradoja – es aún más profunda. Aquellos
que lloran profundamente, que sufren la mayor pérdida – y APRENDEN de AQUEL que
permitió las circunstancias – serán consolados aún MÁS. En el momento adecuado. Recibimos algo de consuelo en esta vida. Cuando reconocemos a nuestro SEÑOR está
obrando, recibimos algo de consuelo.
Pero el verdadero consuelo que recibiremos está en tiempo futuro. Como nuestra salvación. Estamos salvos, pero todavía no. Seremos consolados, pero todavía no.
Entonces,
mis queridos hermanos y hermanas, en lugar de concentrarse en la pérdida,
aprendan a estar agradecidos por los “huracanes” de la vida. Santiago 1:2-3 – “Tened por TODO GOZO cuando
sufres diversas pruebas”. Cuanto más
profundo es el dolor, mayor es la pérdida – mayor es el consuelo. En SU “tiempo”. No el nuestro. Necesitamos “aprender” a llevar nuestra
“cruz” en Su honor. Servir
silenciosamente a los demás mientras esperamos QUIÉNES seremos cuando dejemos
esta vida llena de “huracanes”. Llena de
lágrimas. Llena de sufrimiento. Y nuestro SEÑOR nos dice – en MEDIO del dolor
– somos BENDECIDOS y seremos consolados.
Necesitamos
aprender a CONFIAR EN ÉL hoy. ÉL sabe lo
que nos sucederá hoy. Y TODO eso – lo
bueno y lo malo – es parte de SU plan.
Si lo malo incluye nuestras decisiones pecaminosas – merecidamente sufriremos las consecuencias de nuestras
decisiones. Si lo malo es el resultado
de SU plan para nuestras vidas – podemos SABER humilde y mansamente que sucedió
para nuestro beneficio y SU gloria. Y confiaremos
en ÉL.
Bienaventurados los que lloran,
pues ellos serán consolados.
Favor de escribir tus comentarios aquí. Gracias.
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