Santiago 4:10
Humíllense en la presencia del Señor
y Él los
exaltará.
¿Qué
tienes que sea tuyo? ¿DIOS nos debe
algo? ¿Cualquier "cosa”? Lo único que Dios nos debe (que merecemos) es
el castigo. ÉL ES santo. NO lo somos.
Todo lo que percibimos y entendemos fue creado por ÉL para SU
gloria. ¿Y qué hacemos? En lugar de glorificarLo a ÉL por crearnos,
insistimos en que no tenemos “suficiente”.
“Suficiente” comida, ropa, dinero, comodidad, cosas… Y Le rogamos
(oramos constantemente) que nos dé “más”.
Más dinero, más comida, más ropa, más “cosas”… Y no sólo “más” cosas –
sino “más” seguridad, “más” satisfacción, “más” consuelo emocional, “más” amor,
“más” cosas que no podemos ver, pero sí, demandamos... Constantemente faltamos algo – varias cosas. Y nos quejamos contra Dios de lo que nos hace
falta – sea físico o emocional.
Exigimos
“más” a DIOS porque somos pecadores. Y
no queremos considerar claramente nuestro estado pecaminoso. No queremos ser honestos y sinceros acerca de
nuestras demandas “orgullosas” a DIOS y a los demás. Insistimos en que nuestras
“vidas” sean cómodas / complacientes. No
somos “pensativos” acerca de quiénes somos.
Pecadores. Egoístas, orgullosos,
exigentes – pecadores. Miramos a nuestro
alrededor y fácilmente vemos el pecado en los demás. Sin embargo, evitamos continuamente la
autorreflexión honesta. No entendemos
con claridad cuánto exigimos – cada día – a nuestro Creador.
¿Y qué nos “debe” Dios? Nada.
Ni una cosa.
Pero
DIOS – en SU gracia –
porque ÉL ES amor –
decidió no dejarnos a todos en nuestra condición egoísta,
egocéntrica y orgullosa.
ÉL envió a SU único HIJO a morir una muerte propiciatoria. SU santidad quedó satisfecha con la muerte agudísima dolorosa
(espiritualmente – no físicamente
– agudísima) de Jesucristo. Si tan solo
aprendiésemos la profundidad del engaño de nuestros corazones... Si tan sólo llegáramos
a la honesta comprensión de
que DIOS no nos debe – y
nunca nos debe – ninguna “cosa”.
Cuando
la profundidad de nuestra pecaminosidad se vuelve clara – nuestra humildad se
vuelve real. Ante ÉL, somos santos perdonados. Indigno de todo lo que ÉL ha hecho por
nosotros. Y nosotros simplemente y
sinceramente queremos honrarLO. Queremos
mostrar SU amor a los demás. Vivimos
para darnos a los demás. Nuestras
incesantes exigencias de tener más “cosas” se detienen. No hay necesidad de tener “más” de nada. Porque SU gracia – SU eterno amor y perdón
hacia nosotros – ES suficiente.
Nuestro reconocimiento de quiénes somos – pecadores eternamente
perdonados – nos permite vivir más libremente vidas que honran a DIOS. A medida que vivimos vidas que Lo honran, ÉL
(una vez más) nos colmará de más amor y gracia en SU presencia. Si nos humillamos porque ENTENDEMOS que no
merecemos lo que ÉL ha hecho, serviremos más a los demás. A medida que servimos más a los demás, nos
volvemos más como ÉL. Amamos a los demás porque ÉL nos
amó primero. Y
nuestro amor nos motiva a servirLE a ÉL y a
los demás. Y ÉL promete exaltarnos mientras LE servimos a ÉL y a los
demás. Los primeros serán los últimos –
y los últimos – los primeros.
Merece reflexión.
Humíllense en la presencia del Señor
y Él los exaltará.
Favor de escribir tus comentarios aquí. Gracias.
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