Romanos 8:17
Pues ustedes no han recibido un espíritu de
esclavitud
para volver otra vez al temor,
sino que han recibido un espíritu de
adopción como hijos,
por el cual clamamos:
“¡Abba, Padre!”.
Hay
muchos “cristianos” hoy que no entienden “quiénes” son. Se les ha dicho que hagan una oración de
arrepentimiento y petición de perdón, pero no entienden “lo que sucede” cuando
“nacemos de nuevo” (Jn. 3 – Nicodemo).
Nuestra “salvación” es un acto soberano de DIOS. Estamos "muertos" en nuestros
pecados y transgresiones. (Efe. 2:1)
Algo que está “muerto” no puede escoger “nacer de nuevo”. Algo muerto permanece muerto hasta que DIOS
actúe. En nuestro caso, estamos
espiritualmente muertos. Caminamos en
cuerpos que se mueven y respiran, pero no reconocemos a nuestro Creador. Nuestra carne orgullosa no quiere ceder ante
SU autoridad. No tenemos esperanza de
salvación. (Rom. 3:10-18)
Pero
Dios, siendo rico en misericordia, por Su gran amor con que nos amó… (Ef. 2:4)
El Creador de todo ESCOGIÓ “salvar” a algunos seres humanos de su condenación
por “SU gran amor”. Y ÉL envió a SU
único HIJO para morir en su lugar – para sufrir su castigo eterno – para
propiciar la santa ira de DIOS hacia sus pecados – para redimirlos (hacerlos
nuevos) – para justificarlos (hacerlos justos/santos) – para que pudieran
“nacer de nuevo”. Y así ÉL hizo
esto. En la cruz de Jesucristo. Cuando DIOS actúa – la persona sobre quien ÉL
actúa – “nace de nuevo”. Una nueva
persona – espiritualmente viva – se convierte en parte de la persona que es
“salva”. Son “niños” EN Cristo. (Jn. 3; 1 Cor. 3:1; Heb. 5:13)
En el
“momento” en que nacemos de nuevo, nuestro futuro eterno es seguro. IREMOS al “cielo”. Permaneceremos con DIOS para siempre. No por nada de lo que hemos hecho. Sino porque nuestro Salvador, Jesucristo,
sufrió el castigo que merecemos y nos imputó SU justicia. Ya no somos “esclavos del pecado”. No tenemos motivos para temer el
castigo. Nuestro castigo fue “pagado” en
la cruz. Para siempre.
En el
“momento” en que nacemos de nuevo, “sabemos” que hay más en esta vida de lo que
percibimos con nuestros sentidos.
“Sabemos” que hemos sido adoptados eternamente por el DIOS viviente. Cuando “nacemos de nuevo”, el Espíritu Santo
viene a nosotros y permanece con nosotros.
ÉL siempre ESTÁ ahí – reprendiendo, animando, advirtiéndonos que hagamos
justicia y honremos a Cristo. Y sentimos
que pertenecemos a una familia eterna.
Ya no compartimos los deseos pecaminosos de este mundo. Nuestra “carne” es atraída por el mundo – el
Espíritu Santo y nuestra “nueva vida” rechazan los caminos pecaminosos del
mundo. Anhelamos honrar a nuestro SEÑOR
y SALVADOR.
Y
aprendemos a llamar al DIOS de la creación nuestro “PADRE”. Increíble.
Indescriptible. El mismo SER QUE
creó el universo nos permite a nosotros – SUS hijos adoptivos, perdonados –
llamarLo – PADRE. No entendemos el honor
y la gloria donde nuestro Creador nos ha colocado. Nuestra posición en SU creación es alta. ÉL envió a SU único HIJO a morir por nosotros. Valemos mucho más de lo que entendemos. No porque “hagamos”
nada. Sino por lo que ÉL hizo. ÉL murió por
nosotros. SU amor venció nuestra condenación eterna. Las llamas y la angustia que hubiéramos
sentido por una eternidad – millones y millones de años – JESUCRISTO las
soportó por nosotros en tres horas. La
ira del PADRE ha sido propiciada – satisfecha.
Y somos perdonados. Somos
“adoptados”. Nuestro SEÑOR nos llama SUS
hermanos y hermanas. Increíble. Indescriptible.
Entonces,
mis queridos hermanos y hermanas – permítanme animarlos a llamar a DIOS su
“Padre” hoy. Todo el día. Y mientras “practicas” Su nombre – disfruta
de la relación eterna que te ha dado SU HIJO.
Es un privilegio que no entendemos.
Somos SUS hijos adoptivos. Y ÉL
nos permite llamarLo – PADRE. Un título
de intimidad. Un título de
familiaridad. Un título de gentileza y
amor paternal. LlámaLo – PAPÁ. Todo el día.
Y aprende a ser amado por ÉL.
Profundamente. Fuertemente. Amado.
Porque nuestro DIOS es un DIOS muy bondadoso, generoso, fuerte y
amoroso. Y ÉL disfruta del honor que
debemos darLe por todo lo que ÉL ha hecho por nosotros. Mientras lo llamas – PAPÁ – daLe tu
vida. Vive para ÉL. ÉL merece todo lo que tenemos. Mientras caminamos en este polvo. ÉL nos mostrará – un día – lo que ÉL ha
preparado para nosotros en la eternidad.
Mientras estemos aquí – honra a tu Papá eterno – hoy.
Pues ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud
para volver otra vez al temor,
sino que han recibido un espíritu de adopción como hijos,
por el cual clamamos:
“¡Abba, Padre!”.
Favor de escribir tus comentarios aquí. Gracias.
ReplyDelete