Sunday, August 24, 2025

Cambios en La Oracion

Salmo 116:1-2  
Amo al Señor, 
porque oye Mi voz y mis súplicas. 
Porque a mí ha inclinado Su oído; 
Por tanto le invocaré mientras yo viva.

El DIOS – YHWH – del Antiguo Testamento es un DIOS santo. ÉL hace un enfoque en SU santidad en el templo y en SU presencia – ÉL es un DIOS de santidad y poder. ÉL realizó milagros sobrenaturales para demostrar a SU pueblo elegido – los judíos – que ÉL es DIOS y que ÉL es real. Este DIOS – YHWH – de santidad y poder también demostró SU amor hacia su pueblo elegido. En el Salmo 116, encontramos al autor con una motivación totalmente egoísta para orar. “Amo al SEÑOR porque me escucha”. Esa es una razón egocéntrica para amar a cualquiera – incluso a DIOS.

Lo impresionante de este Salmo es que DIOS – YHWH – acepta nuestro egocentrismo. Siempre y cuando seamos sinceros con ÉL sobre nuestros intereses egoístas. ÉL sabe que somos débiles. Y ÉL nos ama en nuestra debilidad. ÉL no espera que – inicialmente – seamos como ÉL. ÉL nos ama genuinamente. Y ÉL escucha nuestras oraciones egocéntricas. ÉL sabe que nos preocupamos principalmente por nosotros mismos y por nadie más. Y ÉL responde a nuestro egoísmo con SU gracia. ÉL nos CONOCE.

El segundo versículo de este Salmo solo avanza la idea de nuestro egocentrismo “aceptable”. “Porque me escuchó – oraré mientras yo viva”.  Esa es una razón egoísta para acercarse al DIOS del universo. El pueblo del Antiguo Testamento tenía una comprensión limitada de DIOS – YHWH. ÉL era / es santo. ÉL era / es digno de ser temido y respetado. Y YHWH animó a SU pueblo elegido a orarLE porque ÉL respondió a los deseos sinceros de recibir SU protección. ÉL amó a SU pueblo egocéntrico, escogido.

Después de 400 años de silencio y el “cierre” del Antiguo Testamento – con la llegada de Emanuel – DIOS con nosotros – JESUCRISTO – obtenemos una comprensión más amplia y profunda de “QUIÉN” ES DIOS. ÉL ES santo y poderoso como LO “vemos” constantemente en el Antiguo Testamento. ÉL también demuestra más profunda y claramente SU amor y gracia. Esta es la Persona JESUCRISTO presentó en el Nuevo Testamento. Este DIOS – YHWH – del Antiguo Testamento QUIEN ocasionalmente demostró SU amor – demuestra la cantidad de amor que ÉL tiene por SU pueblo escogido al enviar a SU ÚNICO HIJO a morir por su salvación. El DIOS del Nuevo Testamento es un DIOS de profundo amor y perdón. Y este DIOS – JESUCRISTO – del Nuevo Testamento nos invita a “seguirLO”. Al “seguirLO” aprendemos que SU amor por nosotros también tiene un precio alto y costoso para nosotros. ÉL quiere que amemos a los demás como ÉL nos amó. ÉL nos invita a venir y morir (Lucas 9:23).

A medida que aprendemos a morir – el Salmo 116 se vuelve más manifiestamente egocéntrico. Nos damos cuenta de que el DIOS del Antiguo Testamento fue un DIOS que soportó el egocentrismo porque SU pueblo elegido no entendía el significado de SU amor. En el DIOS del Nuevo Testamento – JESUCRISTO – aprendemos que DIOS aún comprende nuestra debilidad – pero espera que maduremos. ÉL quiere que seamos como ÉL. ÉL quiere que vivamos para ÉL – no para nosotros mismos. “Es más bienaventurado dar que recibir”. Esta idea contradice el Salmo 116:1-2. El salmista esperaba recibir porque DIOS – YHWH – lo amaba y escuchaba sus peticiones. Y el DIOS del Antiguo y del Nuevo Testamento sí nos ama. ÉL sí responde a nuestras peticiones. Pero JESUCRISTO quiere que maduremos. ÉL quiere que seamos “hacedores” de SU palabra. Y un “hacedor” del Nuevo Testamento será una persona que da de sí misma mientras “camina por esta vida”.

Así que – aprendamos del salmista. Él tenía razón al orar a DIOS toda su vida porque nuestro DIOS nos ama y nos escucha. Pero nuestro SEÑOR – JESUCRISTO – en la dispensación actual de SU CUERPO – la iglesia – quiere que crezcamos más allá de confiar en DIOS porque ÉL nos da (y nos escucha). JESUCRISTO nos invita a SER más como ÉL. Nos invita a dar. Porque entendemos lo que el salmista no pudo entender en su época – tenemos vida eterna porque JESUCRISTO pagó por nuestra redención. La promesa y la certeza de nuestra vida eterna nos dan una motivación más profunda para confiar en DIOS que la que tenía el salmista. Podemos "morir a nosotros mismos" porque el ESPÍRITU SANTO ha venido a morar / residir en nosotros. Y nuestro futuro eterno es mucho más claro y seguro de lo que el salmista entendía en su época.

Así que – es bueno orar a DIOS porque ÉL escucha. Sí – ÉL escucha. Sí – ÉL nos ama. Nuestro SEÑOR JESUCRISTO nos pide que aprendamos a centrarnos menos en nosotros mismos y más en ÉL y en SU voluntad para nuestras vidas. Al “caminar con ÉL”, oraremos menos porque ÉL escucha nuestras peticiones y más porque queremos saber qué ÉL quiere que hagamos y seamos.  Todo el día.  Hoy.
Amo al Señor, porque oye Mi voz y mis súplicas. Porque a mí ha inclinado Su oído; Por tanto le invocaré mientras yo viva.

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