Salmos
139:4 
Aun antes de que haya palabra en mi boca, 
Oh Señor, 
Tú ya la
sabes toda.
Antes de que haya
palabra… Debemos detenernos aquí. PIENSA. He leído muchísimos informes y
realizado numerosas tareas a lo largo de los años sobre “formación espiritual”.
Y todos coinciden en que debemos controlar las palabras que salen de nuestra
boca. Y así debe ser. Después de que Jesucristo predicara Su sermón en el monte
(Mateo 5-7), nuestro problema se vuelve más profundo. ¡A Dios le ofenden las
palabras que no decimos! Nuestros pensamientos carnales son pecaminosos para
Él. Por esta razón, la Biblia nos instruye a “seguir SIENDO llenos
del Espíritu” (Efesios 5:18). Él sabe lo que pensamos antes de
que terminemos de formularlo. Y Él nos hace responsables…
Fíjense bien en
el Salmo 139:4. ANTES de que haya una palabra en mi lengua… ANTES de que
termine el pensamiento – TÚ, SEÑOR – LO SABES todo. Y estoy en pecado. No
siempre. Tenemos pensamientos que honran a nuestro SEÑOR. Pero la mayoría de
las veces pensamos con egoísmo y orgullo. Agravamos el pecado cuando “decimos” palabras
hirientes. Empeoramos el problema. Pero – incluso si no las pronunciamos – “pecamos”
al pensarlas – si se basan en nuestra perspectiva carnal.
¿Qué debemos
hacer? Bueno – necesitamos “meditar” más en Su palabra para que nuestros
pensamientos se hacen más como los Suyos. Necesitamos “orar sin cesar” mientras
que compartimos Su palabra en nuestra mente. Y debemos apreciar y comprender con mayor claridad la profundidad de Su amor
y gracia sobre nosotros. Nuestro Señor espera
pacientemente a que nos rindamos a Él, soportando nuestros pensamientos
egoístas – incluso cuando no los expresamos – a menudo pecamos. Porque nuestro
Señor conoce cada pensamiento. Incluso los pensamientos a medio terminar… Él lo
SABE. Y Jesucristo anhela compartir con nosotros nuestros corazones confundidos
y engañosos.  A pesar de lo desordenados
que seamos por dentro. Él quiere entrar en nuestros corazones y compartir esta
vida con nosotros – mientras nos endereza. Él quiere santificarnos – hacernos
santos – como Él mismo. Lleva tiempo. Pero nuestro Señor es paciente. No hay
nada que hayas pensado, ni que vayas a pensar, que Él no supiera antes de que
llegaras. Él nos pide que compartamos con Él nuestros éxitos y nuestros muchos
fracasos en nuestra vida mental. Al compartir con Él – mejoraremos. ¡Él es un
Dios bueno!
Y debemos dar
gracias a DIOS por la profundidad del amor que el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo nos tienen. SU amor es muy, muy grande y profundo. Él sigue soportando
mucho de nosotros hasta que dejamos estos cuerpos confundidos.
Aun antes de que haya palabra en mi boca, 
Oh Señor, 
Tú ya la sabes toda.
Favor de escribir tus cometarios aquí. Gracias.
ReplyDelete