Salmos
31:24 
Esfuércense, 
y aliéntese su corazón, 
Todos ustedes que esperan en
el Señor.
¿Cómo estás? Esta
es una pregunta común – en cualquier cultura – en cualquier idioma. Es una
BUENA manera de saludar a alguien – especialmente a un hermano o hermana en
Cristo. ¡Una BUENA pregunta! La respuesta (si hemos nacido de nuevo en Cristo)
merece una reflexión más profunda de nuestra parte antes de que nos la
pregunten. Nuestro SEÑOR quiere que decimos la verdad en amor. Nuestra
honestidad y sinceridad deben ser evidentes para todos – especialmente para los
miembros del Cuerpo de CRISTO. Así que – pregunto – ¿cómo estás?
Aquí es donde
nuestro hermano eterno – y futuro cogobernante de Israel – el rey David – puede
motivarnos. David estaba lejos de ser perfecto. Era un pecador perdonado. Si
hemos obedecido y estudiado la palabra de DIOS – conocemos los detalles de sus
defectos. Era un pecador perdonado. En el ejemplo que vivió hace 3000 años –
encontramos esperanza. Hallamos fuerza para seguir adelante. Porque nuestro
SEÑOR es el mismo SEÑOR – JESUCRISTO. David aún no lo “sabía”. JESUCRISTO no
había nacido. No había muerto en la cruz. PERO – ÉL ES el mismo SEÑOR – ayer,
hoy y para siempre. Y ÉL ES fiel.
El título del
Salmo 31 merece reflexión. “Salmo de Queja y Alabanza”. ¿No somos así? Personas
que se quejan y aun así alaban a nuestro SEÑOR. La sinceridad de David se
manifiesta plenamente en este salmo. David pagó un alto precio físico y
espiritual por los pecados que cometió. David sufrió en esta vida de pecado. Y
tú y yo también sufrimos. Hemos cometido errores. Hemos sufrido por los pecados
que cometimos. Nuestros pecados son eternamente perdonados. Nos espera la
eternidad con JESUCRISTO. Sin embargo, los pecados que cometemos en esta vida
tienen consecuencias.
Y nos quejamos.
No disfrutamos de las circunstancias negativas que causamos y enfrentamos sin
culpa nuestra. No encontramos placer en los problemas que tenemos (sean o no
culpa nuestra). A la gente buena le pasan cosas malas. Constantemente. Vivimos
en una vida caída. Un mundo maldito.  Parte de la caída y la maldición es nuestra culpa - parte no... 
Nuestros hermanos
y hermanas en Cristo "eligen" no escuchar. Su vida espiritual se
vuelve más confusa. Los vemos sufrir a ellos y a sus familias. Y nos duele por
ellos. Vemos a los jóvenes y niños volverse más desorientados, más egocéntricos
debido a la cultura mundial en la que vivimos. Y sufrimos por ellos. Y nos
quejamos a DIOS. LE preguntamos por qué permite tanta confusión en nuestras
vidas y en SU Cuerpo. Nos quejamos.
Pero entonces –
al igual que el Rey David en el Salmo 31 – el ESPÍRITU SANTO nos recuerda a
QUIÉN servimos – DIOS. Y recordamos “ser fuertes EN ÉL”.
Recordamos que ÉL ES fiel. Dejamos de quejarnos y nos volvemos agradecidos.
Agradecidos por la oportunidad de ser animados – a pesar de nuestra confusión.
Agradecidos por tener esperanza – a pesar de nuestros pecados. Agradecidos por
la paciencia de nuestro SEÑOR con nosotros a diario. Y recordamos desde la
profundidad de la gracia que JESUCRISTO derrama sobre nosotros que también
podemos animar a nuestros hermanos y hermanas confundidos. Recordamos cuánto ha
hecho nuestro SEÑOR por nosotros y nos “fortalecemos” para animar a otros. Nos
volvemos “fuertes” EN ÉL. Y servimos a los demás. Voluntariamente.
Sinceramente. Porque eso lo que el amor es y hace. El amor anima.
El amor aguanta. El amor llena el corazón y el alma de un cristiano y quiere HACER
algo por el dolor y la pérdida que otros sufren. Entonces – somos FUERTES EN
SU amor. 
Y nuestros
corazones se animan. Aunque pasemos momentos quejándonos con nuestro SEÑOR – “recordamos”
QUIÉN ES ÉL. Y CUÁNTO ÉL hizo por nosotros. Y en SU sangre derramada – en SU sacrificio eterno
– nos volvemos valientes. Nos animamos a “tomar nuestra cruz y seguirLO”.
Y ÉL nos da
esperanza. ESPERANZA eterna. Aprendemos a "esperar". El tiempo pasa y
seguimos sirviendo con pasión. Porque CONOCEMOS la esperanza eterna. Así que
tomamos la palabra "esperanza" en ambos sentidos. Esperamos (vemos
pasar el tiempo) como esperamos (anhelamos cosas mejores) EN JESUCRISTO. ÉL
ofrece ambos tipos de ESPERANZA. Y SABEMOS que podemos SER FUERTES hasta que ÉL
nos saque de esta vida. SABEMOS que podemos seguir HACIENDO BUENAS OBRAS –
porque nuestro SEÑOR es eternamente BUENO. Sabemos que no nos cansaremos.
¿Quejarse? Tal vez. Probablemente. ¿Cansarse? Ocasionalmente. Pero nunca
permanentemente. Porque ESPERAMOS en nuestro SEÑOR y nos fortalecemos con la
esperanza que nos da JESUCRISTO. Al igual que el rey David, hace 3000 años.
Esfuércense, 
y aliéntese su corazón, 
Todos ustedes que esperan en el Señor.
Favor de escribir tus comentarios aquí. Gracias.
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