2 Corintios
3:6
el cual también
nos hizo
suficientes
como ministros (diakonos)
de un nuevo pacto,
no de la letra,
sino del Espíritu.
Porque la letra mata, pero el Espíritu da vida.
¿Qué clase de
líder es JESUCRISTO? Haríamos bien en reflexionar sobre esta pregunta. Nuestra “carne”
no disfrutará la respuesta. Porque nuestro SEÑOR – aunque es DIOS – es humilde.
ÉL no vino la primera vez – “para ser servido,
sino para servir y para dar SU vida en rescate por
muchos (Marcos 10:45). Nuestro SEÑOR – nuestro MAESTRO – nuestro REY – se
deleita en la humildad. ÉL vino a servir. Y haríamos bien en tomar en serio
este aspecto de nuestro SEÑOR.
En sus
instrucciones a la confundida iglesia de Corinto, Pablo anima a sus miembros a considerar
“quienes” son. El quiere que definan su “propósito” en esta vida basándose en QUIÉN
ES JESUCRISTO y en lo que ÉL ha hecho. El versículo 6 del capítulo 3 continúa
la presentación de Pablo sobre cómo comprender nuestra “nueva” identidad. En
Juan 3, JESUCRISTO le dijo a Nicodemo que debemos “nacer de nuevo”. Y – si eres
cristiano – un verdadero creyente en el Dios soberano de la creación – tu eres
un ser eternamente (para siempre) bendecido. Tu futuro te depara bendiciones
inexplicables – planeadas y reservadas para ti por AQUEL que dio SU vida por
ti. El amor de JESUCRISTO por nosotros es inconcebible. Es profundísimo.
Y parte de SU plan
eterno es – mientras permanezcamos en estos cuerpos corruptos con nuestros
corazones engañosos – nos haya hecho “suficientes como Sus ministros (diakonos)”.
La palabra griega diakonos – en la mayoría de las traducciones al
español – es ministro. La palabra “ministro” tiene una connotación un poco más
elevada (más “espiritual”) que diácono (diakonos). Un diácono es literalmente –
un siervo. No son tan humildes siervos como los “doulos” a los que Pablo llama
el mismo. Pero – haríamos bien en recordar que también estamos llamados a ser “doulos”
(humildes siervos). Y – al mismo tiempo – recordar que nuestro SEÑOR es
humilde. ÉL vino a servir. Y nos pide que hagamos lo mismo. Servir. Hacer cosas
buenas y beneficiosas a los demás – especialmente a los hermanos y hermanas en
Cristo – todo el tiempo. Vivir para dar. Uno mismo. La vida. El dinero. El
tiempo. Servir. Dar. Amar.
En las iglesias “bautistas”
– el título de diácono es un honor (que incluye cierto prestigio – un poco de orgullo
que no se encuentra en la Biblia). Y quizás esto tenga sentido en cierto modo.
Sin embargo, el título bíblico de “diácono” pertenece a toda persona “nacida de
nuevo” en el cuerpo de CRISTO – si está dispuesta a “servir”. Porque es ÉL QUIEN
nos hace “suficiente” para el título. Ningún ser humano puede – por sí mismo –
capacitarse para ser “diácono” – un siervo de SU cuerpo – la iglesia.
Nuestro servicio
como diáconos no se basa en reglas. No hemos “nacido de nuevo” para implementar
normas de conducta. “Nacimos de nuevo”
para ser verdaderos siervos. Somos “libres” de honrarLO sirviendo a los demás
en SU cuerpo. No vivimos según las reglas de “la ley”. Debemos dejarnos guiar
por el ESPÍRITU. Y nuestra “existencia”
se vuelve más disfrutable – más “vida” – SI seguimos al ESPÍRITU y servimos a
los demás en SU cuerpo. En nuestro servicio encontramos el verdadero significado
de la vida. Es cuando comprendemos “quién” DIOS quiere que seamos al
entregarnos a los demás que verdaderamente comenzamos a “ser” cristianos. Somos mucho más bendecidos al dar – que al
recibir. Porque nuestro SEÑOR ES esta
verdad. ÉL se entregó a SÍ MISMO – y ÉL será eternamente honrado por SER esta
verdad. Todos debemos “servir a los demás (dar) para ser bendecidos” por
nuestro humilde SEÑOR.
el cual también
nos hizo suficientes
como ministros (diakonos)
de un nuevo pacto,
no de la letra, sino del Espíritu.
Porque la letra mata, pero el Espíritu da vida.
Favor de escribir tus comentarios aquí. Gracias.
ReplyDelete