Thursday, February 8, 2024

Un Señor Misericordioso

Miqueas 7:18
¿Qué Dios hay como Tú, que perdona la iniquidad
Y pasa por alto la rebeldía del remanente de su heredad?
No persistirá en Su ira para siempre,
Porque se complace en la misericordia(hesed - amor fiel / fidelidad amorosa). 

Una pregunta filosófica que ha causado gran aflicción a la humanidad es: ¿por qué Dios permite el sufrimiento? Es mucho más válido preguntar: ¿por qué Dios no permite más sufrimiento? Siempre –como siempre sin parar– olvidamos que pecamos (hacemos mal) mucho. Pecamos cuando no honramos a Dios en nuestros pensamientos. No honramos a Dios en nuestros pensamientos cuando no pensamos en Él. En otras palabras, podemos mirar un árbol y pensar en lo hermoso que es, pero si no atribuimos la belleza del árbol a Dios, estamos en pecado. No tenemos que tener pensamientos “malos” o inmorales para cometer pecado. Cualquier pensamiento que tengamos que no incluya el honor de Dios es un pensamiento pecaminoso. (Mateo 5 – 7) Cualquier (y todo) pensamiento que no atribuye honor o gloria a Dios es pecado. Cometemos muchos pecados – todos los días.

Dios es santo (sin pecado – apartado) y perfecto. Odia el pecado (y el orgullo). Su perfección responde al pecado con justa ira. Dios es justo (y correcto) al estar enojado con el pecado. Él creó todo. Él es justo y correcto al exigir todo para honrarLo. Él lo creó.

Entonces, debemos pensar nuevamente en por qué Dios permite el sufrimiento. Dios permite el sufrimiento porque Su creación se rebeló contra Él – su Creador.  Esto nos incluye.  

Es más exacto plantear la pregunta: ¿por qué Dios no crea más sufrimiento? Él tiene razón y es correcto estar enojado con Su Creación rebelde. Nosotros deberíamos sufrir por ignorar a nuestro Creador. Nuestra constante insistencia en “ser felices” y “divertirnos” es –en sí misma– pecaminosa. Exigimos que Dios nos haga “felices” o “satisfechos” y “nos sintamos heridos” y “traicionados” cuando Él falla en su papel de amoroso. Dios no nos ha fallado cuando nos sentimos incómodos. En realidad (y literalmente) merecemos MUCHA más incomodidad. MUCHO más dolor.

Lo que nos lleva a Miqueas 7:18. ¿Qué Dios hay como tú? No sólo disminuyes el sufrimiento: perdonas el pecado. Nuestro Creador encontró una manera de perdonar nuestro egoísmo. Nuestro pecado. Somos perdonados porque Jesucristo, el único Hijo de Dios, sufrió una muerte terrible en la cruz. Jesucristo pagó por una eternidad de castigo por cada una de las personas que salvó. Nuestro castigo –lo que merecemos eternamente– ya está pagado. Es una deuda que ya no tenemos. Jesucristo pagó por completo nuestro castigo en la cruz.

¿Qué Dios permitiría que una creación rebelde fuera perdonada? No sólo permitirlo – sino permitir que una parte de Su Ser eterno – Su único Hijo – muera una muerte agonizante para rescatar a aquellos que – incluso hoy – insisten en “obtener más” y “divertirse más”. Los cristianos de hoy piensan que Dios les “debe” una existencia "cómoda" y “feliz”. Ésta es una manera terriblemente egoísta de vivir. No sólo NO merecemos una existencia “egoísta” y “feliz”, sino que merecemos más dolor, más sufrimiento.

Pero Dios – en Su hesed – en Su amor fiel – en Su fidelidad amorosa – quiere mostrar (demostrar) otra parte de Su carácter. Él es MÁS que santo y perfecto. Él es esas cosas. Pero Él también es amor. Él perdona y olvida nuestro pecado. No porque merezcamos ser perdonados. NO merecemos ser perdonados. Nunca mereceremos ser perdonados. Nunca. Él nos perdonó porque así lo decidió por Su amor hacia nosotros, Sus hijos adoptados. Para siempre.

Es una carga ver a los “cristianos” hoy creer que “merecen” una vida mejor. Ellos no. Yo tampoco. Merecemos aflicción y dolor. Eso es lo que merecemos ante un Dios santo. Incluso como Sus hijos, en esta vida caída, merecemos sufrir por los seres egoístas que somos ahorita.

Y Dios –que es rico en misericordia– perdona y ha perdonado a Sus hijos rebeldes. Su hesed es fuerte. Su fiel amor encontró una manera de superar el justo castigo eterno que merecemos. Jesucristo murió en la cruz para que podamos pasar para siempre con Él y el Padre y el Espíritu Santo en el cielo. Su ira hacia nosotros ha sido pagada. Deberíamos pasar el resto de nuestras vidas agradeciéndoLe por lo que está por venir. Él no nos debe una existencia placentera aquí en esta vida caída. Nos ha dado para siempre con Él – y eso es suficiente. Eso es más que suficiente.

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