Miqueas 7:18
¿Qué Dios hay como Tú, que perdona la iniquidad
Y pasa por alto la rebeldía del remanente de su heredad?
No persistirá en Su ira para siempre,
Porque se complace en la misericordia(hesed - amor fiel / fidelidad amorosa).
Una pregunta filosófica
que ha causado gran aflicción a la humanidad es: ¿por qué Dios permite el
sufrimiento? Es mucho más válido preguntar: ¿por qué Dios no permite más
sufrimiento? Siempre –como siempre sin parar– olvidamos que pecamos (hacemos
mal) mucho. Pecamos cuando no honramos a Dios en nuestros pensamientos. No
honramos a Dios en nuestros pensamientos cuando no pensamos en Él. En otras
palabras, podemos mirar un árbol y pensar en lo hermoso que es, pero si no
atribuimos la belleza del árbol a Dios, estamos en pecado. No tenemos que tener
pensamientos “malos” o inmorales para cometer pecado. Cualquier pensamiento que
tengamos que no incluya el honor de Dios es un pensamiento pecaminoso. (Mateo 5
– 7) Cualquier (y todo) pensamiento que no atribuye honor o gloria a Dios es
pecado. Cometemos muchos pecados – todos los días.
Dios es santo (sin pecado – apartado) y perfecto. Odia el pecado (y el
orgullo). Su perfección responde al pecado con justa ira. Dios es justo (y
correcto) al estar enojado con el pecado. Él creó todo. Él es justo y correcto
al exigir todo para honrarLo. Él lo creó.
Entonces, debemos pensar nuevamente en por qué Dios permite el
sufrimiento. Dios permite el sufrimiento porque Su creación se rebeló contra Él
– su Creador. Esto nos incluye.
Es más exacto plantear la pregunta: ¿por qué Dios no crea más
sufrimiento? Él tiene razón y es correcto estar enojado con Su Creación
rebelde. Nosotros deberíamos sufrir por ignorar a nuestro Creador.
Nuestra constante insistencia en “ser felices” y “divertirnos” es –en sí misma–
pecaminosa. Exigimos que Dios nos haga “felices” o “satisfechos” y “nos
sintamos heridos” y “traicionados” cuando Él falla en su papel de amoroso. Dios
no nos ha fallado cuando nos sentimos incómodos. En realidad (y literalmente) merecemos
MUCHA más incomodidad. MUCHO más dolor.
Lo que nos lleva a Miqueas 7:18. ¿Qué Dios hay como tú? No sólo
disminuyes el sufrimiento: perdonas el pecado. Nuestro Creador encontró una
manera de perdonar nuestro egoísmo. Nuestro pecado. Somos perdonados porque
Jesucristo, el único Hijo de Dios, sufrió una muerte terrible en la cruz.
Jesucristo pagó por una eternidad de castigo por cada una de las personas que
salvó. Nuestro castigo –lo que merecemos eternamente– ya está pagado. Es una
deuda que ya no tenemos. Jesucristo pagó por completo nuestro castigo en la
cruz.
¿Qué Dios permitiría que una creación rebelde fuera perdonada? No sólo
permitirlo – sino permitir que una parte de Su Ser eterno – Su único Hijo –
muera una muerte agonizante para rescatar a aquellos que – incluso hoy –
insisten en “obtener más” y “divertirse más”. Los cristianos de hoy piensan que
Dios les “debe” una existencia "cómoda" y “feliz”. Ésta es una manera
terriblemente egoísta de vivir. No sólo NO merecemos una existencia “egoísta” y
“feliz”, sino que merecemos más dolor, más sufrimiento.
Pero Dios – en Su hesed – en Su amor fiel – en Su fidelidad
amorosa – quiere mostrar (demostrar) otra parte de Su carácter. Él es MÁS que
santo y perfecto. Él es esas cosas. Pero Él también es amor. Él perdona y
olvida nuestro pecado. No porque merezcamos ser perdonados. NO merecemos ser
perdonados. Nunca mereceremos ser perdonados. Nunca. Él nos perdonó porque así
lo decidió por Su amor hacia nosotros, Sus hijos adoptados. Para siempre.
Es una carga ver a los “cristianos” hoy creer que “merecen” una vida
mejor. Ellos no. Yo tampoco. Merecemos aflicción y dolor. Eso es lo que
merecemos ante un Dios santo. Incluso como Sus hijos, en esta vida caída,
merecemos sufrir por los seres egoístas que somos ahorita.
Y Dios –que es rico en misericordia– perdona y ha perdonado a Sus hijos
rebeldes. Su hesed es fuerte. Su fiel amor encontró una manera de superar el
justo castigo eterno que merecemos. Jesucristo murió en la cruz para que
podamos pasar para siempre con Él y el Padre y el Espíritu Santo en el cielo.
Su ira hacia nosotros ha sido pagada. Deberíamos pasar el resto de nuestras
vidas agradeciéndoLe por lo que está por venir. Él no nos debe una existencia
placentera aquí en esta vida caída. Nos ha dado para siempre con Él – y eso es
suficiente. Eso es más que suficiente.
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