Wednesday, March 27, 2024

Una Manera Segura de Entender Todo

Salmos 62:7
En Dios descansan mi salvación 
y mi gloria;
La roca de mi fortaleza, 
mi refugio, 
está en Dios. 

¿Qué te pasará hoy? ¿Qué pasará con aquellos que amas? ¿Cuándo terminará tu vida (en este mundo caído)? ¿Cuál será tu último pensamiento (con el cerebro que Dios te prestó) antes de dejar esta vida?

Nuestro amoroso Señor SABE las respuestas a TODAS estas preguntas y más - ahora mismo. Él SABE. Y murió en la cruz para que pudiéramos descansar. Descansa en Él.

EN DIOS – DESCANSA – mi salvación. No puedo “salvarme”. No puedo “salvar” a aquellos que amo. Dios puede. Y Él lo hizo. Él salvó a aquellos que eligió salvar antes de que el sol comenzara a brillar. En Dios descansa mi salvación. Él lo hizo. Todo ello. Mi salvación fue elegida por mí. No hice nada de eso. Mi salvación se encuentra en Él y en nadie más.
Llegamos a esta “vida”. Seres humanos recién nacidos. Con pensamientos, miedos, celos, debilidades, habilidades, personalidades – llegamos. No pedimos estar aquí. No elegimos nuestras personalidades. Dios nos formó. Dios lo hizo. Porque Él quería. Y Él no sólo nos formó, sino que también nos “salvó” del castigo eterno que merecemos. Nosotros (incluso hoy) insistimos en ser egoístas y orgullosos. Queremos que “nuestras vidas” (lo que sea que eso signifique – nunca nos pertenecieron – Él nos creó) se desarrollen “según nuestros planes”. Egocentrismo. Eso no para. Y la consecuencia de este orgullo egoísta es la condenación eterna ante un Dios santo. Pero – “Por tanto amó Dios al mundo, que envió a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”. (Juan 3:16) Dios me “salvó”. En la cruz. Para Siempre. “Consumado es.” (Jn 19:30) No puedo deshacer lo que Él ha hecho por mí, aunque quisiera. Él es Dios. Su salvación no puede ser alterada. No podemos “perder” lo que no pedimos “ser”salvo. Para siempre.  Dios es mi salvación.

Y no sólo Dios me ha “salvado” para siempre. Me prometió un cuerpo “glorificado”. (Fil. 3:21) Mi “gloria” descansa en quién es Él y lo que ha hecho por mí. No lo pedí. No hice nada para ganármelo. Me dio para siempre con Él en un cuerpo glorificado porque Él quiso. Comienza y termina con Dios – el Alfa y la Omega. Él conoce el final desde el principio. Él sabe. Y Él me ama. MUCHO. En Dios descansa mi salvación y mi gloria. En Él. No tuvo nada que ver conmigo. Todo se trata de Él y Su santidad, amor y gracia.

Dios es mi roca. ¿Has mirado una gran roca últimamente? No se mueven (los muy grandes). Son estables. Llegan los vientos, cae la lluvia y ahí se quedan. Inmovible. Fuerte. Seguro. Ése es un buen símil (o metáfora, según la oración) para mi Dios. Él es como una roca. Él no cambia. Él es inmutable (una gran palabra teológica para el mismo pensamiento simple). Él es sencillo. Él no cambia.

La Roca de mi fuerza. “Solía” pensar que era fuerte. Llevé rollos de vinilo de 180 kilos (400 libras) a las obras de construcción y jugué baloncesto toda la tarde. Y “pensé” que era fuerte. Cómico. Mi “definición” de fuerte era egocéntrica y débil (pecaminosa). Fuerte es Aquel que creó el sol y las estrellas y los mantiene en su lugar. Fuerte es Aquel que creó los mares y los hace moverse. Mi Dios es fuerte. Eternamente fuerte. Arrojará a Satanás, la muerte y el Hades al lago de fuego para siempre. Él es fuerte. Y confío en Su fuerza.

Dios es mi Refugio. Cuando la “vida” me sucede (buena o mala) a mí o a quienes me rodean - no puedo controlarla. La vida es mucho más grande y más fuerte que yo. Lo único que puedo hacer es confiar en mi Refugio. Él creó aquellos que me importan. Cuando a ellos o a mí nos suceden cosas “malas”, todo lo que puedo hacer es confiar en el Autor de la vida. Él creó todo lo que sé y veo. Él hará con Su creación lo que Él decida hacer. Y observaré – sentiré dolor, miedo, regocijo, muchas emociones – pero Él es mi Refugio. En todo ello. Él proporciona significado a mis circunstancias - si así lo desea. A veces Él me pone en situaciones que no entiendo. Y Él sigue siendo el único Refugio que tengo. Él es mi Refugio.

Dios es el Autor de todo lo que existe. (Él no tienta a nadie. Pero nada existe sin Su conocimiento previo). Su santidad es inviolable. Él es perfecto. Y en Él encuentro al Consejero perfecto. El Psicólogo perfecto. El Filósofo perfecto. Porque Él creó las emociones humanas y todos los métodos para comprender nuestra existencia. Él es el Autor. Estamos en un lugar muy seguro y fuerte cuando definimos quiénes somos y qué tenemos en Él. Él SABE todo – en detalle – lo que sucederá hoy. Él SABE cuántos pelos tendré en la cabeza cuando la acueste sobre la almohada esta noche (probablemente menos). Él sabe. Y Él me ama. Y eso me basta para descansar. Descanso en Él. Mi Refugio – Dios mío.

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