Filipenses 3:8
Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas
en vista del
incomparable valor de conocer a Cristo Jesús,
mi Señor.
Por Él lo he perdido
todo,
y lo considero como basura
a fin de ganar a Cristo,
Prioridades. Nuestras
decisiones diarias se toman, la mayoría de las veces sin reflexión (está equivocado vivir sin reflexión - Salmos 1:2-3), en función
de las prioridades que tenemos establecidas. De niños, nuestras familias y
nuestra cultura nos ayudan a definir nuestras prioridades. Literalmente se nos
“enseña” qué valorar y qué faltarle el respeto.
Jesucristo, mientras caminaba sobre esta tierra, instruyó a sus
discípulos a "desaprender" o "desatender" por completo lo
que sus familias y culturas les enseñaron cuando dijo -
Si alguien viene a Mí,
y no aborrece a su padre y madre, a su mujer e
hijos, a sus hermanos y hermanas,
y aun hasta su propia vida,
no puede ser Mi
discípulo.
Jesucristo no quiere creyentes “gringos”, ni creyentes “mexicanos”, ni
creyentes “hondurañenes”, ni creyentes “salvadorañenes”. De hecho, dijo: “si
quieres seguir siendo lo que tu familia te enseñó, no me sigas”. Él no puede
dejar más claras sus prioridades.
Pablo, el hombre que encontró a Jesucristo en el camino a Damasco,
entendió claramente que nada de lo que tenía era tan importante como conocer (y
tener) a Jesucristo. Pablo estaba en un “buen” lugar en la vida antes de su
conversión. Tenía poder político. Tenía prestigio en la comunidad judía. Tenía
un título de un prestigioso seminario judío. Estaba en un “buen” lugar para
vivir el resto de su vida.
Y lo consideró basura. Como estiércol. Rechazó todo su pasado para poder
conocer a su Salvador.
Sería muy sabio hacer lo mismo. En lugar de insistir en las
“comodidades” de esta vida. En lugar de insistir en preferencias “culturales”,
debemos vivir Sus prioridades. Jesucristo declaró en Mateo 6: “Buscad primero
el reino de Dios…” Esa es una prioridad que debemos aprender lo más profunda y
rápidamente posible. Busque primero – el reino de Dios y Su justicia. Y nuestras vidas mejorarían dramáticamente. Cuando aclaremos
nuestras prioridades. Cuando vivimos como Jesucristo quiere que vivamos. Cuando
entendemos – que no entendemos. “No te
apoyes en tu propia prudencia, sino CONFÍA en el Señor con todo tu corazón.” –
Proverbios 3:5
Necesitamos darnos cuenta – no entendemos. Y no lo haremos – hasta que dejemos de lado nuestro orgullo y pecaminosidad egoístas y
egocéntricos. Y vivimos Sus prioridades.
Comentarios aquí, por favor. Gracias.
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