Miqueas 6:8
Él te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno.
¿Y qué es lo que demanda el Señor de ti,
Sino solo practicar la justicia, amar la misericordia,
Y andar humildemente con tu Dios?
Nuestro SEÑOR ha declarado en varios lugares, en varios momentos a lo largo de la
historia humana - “lo que es bueno”. ¿Y
qué demanda de nosotros?
“Solo” – esta palabra está llena de significado. Este “solo” es un concepto espiritual, emocional e intelectual inalcanzable para
nosotros, los seres humanos caídos. Pero
ese es el punto de este versículo y de muchos otros “momentos” a lo largo de la
historia humana donde nuestro SEÑOR requiere lo inalcanzable / imposible. Desarrollaremos este
tema al final...
Lo "primero" que el SEÑOR "solo" requiere es
"practicar la justicia". Sed
santos porque YO SOY santo. (1 Pe.
1:16) En nuestro mejor día –
éticamente hablando – nuestra justicia es como un trapo menstrual desechado que
las mujeres judías usaban en la antigüedad. (Is. 64:6) Los trapos se
consideraban “inmundos” al igual que la mujer que estaba menstruando. (Lv. 15:19-33) No somos capaces, en nuestro estado “caído”, de “ser santos” basándonos
en nuestro deseo racional de serlo. Distorsionamos la vida en nuestra
pecaminosidad. Nuestras percepciones de
nosotros mismos y de los demás están “torcidas” por el pecado. (Pro. 3:5-6) No podemos confiar en nuestro
propio entendimiento. Entonces, para
“comenzar” a practicar la justicia, debemos morir. (Lu. 9:23) Es cuando nos damos cuenta de
nuestra incapacidad de “ser santos” que – por la gracia de Dios y nuestra total
dependencia de ÉL – nos volvemos santos.
Inmediatamente después de darnos cuenta y reconocer conscientemente que LO necesitamos.
“En nuestra debilidad, ÉL es fuerte”.
Entonces, “sólo” tenemos que practicar la justicia.
El siguiente "solo" concepto requerido por nuestro SEÑOR es "amar la
misericordia". Si pensamos en esto
lenta y claramente, odiamos la misericordia.
Nos encanta decirnos a nosotros mismos que somos "mejores" que – esa persona.
Nuestro conocimiento de la Biblia nos ha hecho más “conscientes” de cómo
piensa DIOS. (Esto es gracioso si se considera detenidamente.) No
amamos la misericordia. “Aprendemos” a
perdonar porque somos perdonados. Pero
no “amamos” la misericordia automáticamente.
Tenemos que detenernos y pensar en lo críticos que somos – pedir perdón
a DIOS – y luego esforzarnos por ser misericordiosos. Pero no “amamos” la misericordia. No es “quiénes” somos por naturaleza.
Combine “amar misericordia” con el primer requisito – “practicar la
justicia” – y este escenario se vuelve aún más imposible. Cuando “yo” me esfuerzo por “hacer justicia”,
me concentro en “hacer lo correcto”. Tan
pronto como me concentro en “hacer justicia”, me siento orgulloso de mi
comportamiento. Me digo a mí mismo
rápida y regularmente –al menos no soy como
él. A mí me va mejor que a ella. La misericordia se olvida en mi deseo de
“hacer justicia”. La combinación de
estas dos actitudes para un pecador es más que imposible de lograr por sí solo.
Agregue a esta tarea imposible lo último “solo” que nuestro SEÑOR requiere de nosotros –caminar humildemente. No somos seres humildes por naturaleza. No queremos ser humildes. La Biblia (Nuevo Testamento) habla de
sumisión. Y lo olvidamos
regularmente. ¿Cuánto MÁS rápidamente
olvidamos la humildad cuando intentamos “hacer justicia” y “amar la
misericordia”? Si, en algún día inusual,
pudiera hacer lo “correcto” y “amar a los demás que no pueden hacerlo” – SI pudiera lograr eso por un momento –
estaría tan orgulloso de mí por haberlo logrado que mi humildad fuera olvidado.
(Y me reiría de mí mismo al compartir el pensamiento con mi SEÑOR.)
Entonces, veamos estos tres conceptos que nuestro SEÑOR “sólo” requiere
de nosotros. Solos, nos resulta
imposible lograrlos. No “practicamos la
justicia”. No “amamos la
misericordia”. Y no “caminamos
humildemente con nadie” – mucho menos con ÉL.
Cuando estos tres conceptos se entrelazan, se vuelven aún más imposibles
para mí. Cada uno por separado, me crea
más obstáculos en mi relación con ÉL. Al
intentar cada uno de ellos –por mi cuenta– creo un fracaso en mi deseo de
lograrlos. No puedo hacer esto.
Y ese es el punto de la declaración de Miqueas. Nuestro SEÑOR “solo” quiere lo imposible para nosotros. Lo que es imposible para nosotros es – fácil – para ÉL. Debemos morir y
permitir que ÉL nos guíe si queremos serLE útiles.
Tomen Mi yugo sobre
ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas. Porque Mi yugo es fácil y Mi carga ligera. (Mt.
11:29-30)
Necesitamos más de ÉL y menos de nosotros – todo el tiempo. JESUCRISTO es nuestra única esperanza. Y ÉL es fiel en responder – si “solo” LE pedimos que nos ayude.
Comentarios aquí. Gracias.
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