Thursday, November 14, 2024

Cristo Murió



1 Pedro 3:18
Porque también Cristo murió 
por los pecados una sola vez, 
el justo por los injustos, 
para llevarnos a Dios, 
muerto en la carne pero vivificado en el Espíritu.

DIOS, el santo Creador de todo lo que vemos y SOMOS (piénselo, “nosotros” SOMOS incluidos en Su creación) – murió.  El “Justo” murió por los “injustos”.  No sólo murió Jesucristo – verdadero Dios y verdadero hombre – sino que murió de una manera que no es descriptible.  No tenemos la imaginación ni las palabras para expresar lo que Él sufrió en nuestro lugar en una cruz preparada por crueles y duros soldados romanos.  Dios (la “parte humana” de Jesucristo) murió.  Se presentó como un “Cordero”.  Fue aplastado por nuestras transgresiones.  Molido por nuestras iniquidades.  (Isaías 53:5)

Murió por nuestros pecados.  De una vez - por todos.  No hay nada más que hacer.  Dios (Jesucristo) murió una vez.  Y Su muerte cubrió TODOS los pecados de aquellos a quienes iba a “traer a Dios”.  Él nos hizo “perfectos” en Él.  Y Le entregamos nuestras mentes y corazones pecaminosos.  Le dimos dolor y pena.  Nuestro orgullo egoísta.  Y aceptó la mayor de las transacciones injustas.  La peor transacción en la historia de la humanidad es la cruz (desde el punto de vista de "justo" o "correcto").  Jesucristo fue “hecho pecado” (2 Cor. 5:21) para “imputar” Su justicia en nosotros.  Y rápidamente olvidamos o pasamos por alto lo “injusta” que fue esta transacción.  El JUSTO murió por los injustos.  La perfección murió por la depravación.  Sólo el DIOS viviente crearía un plan que requiriera tanto de Sí Mismo.  Sólo un Dios de asombroso amor y santidad crearía un plan que crucifica a Su único Hijo para “salvar” a los pecadores perdidos y codiciosos que Él ama.

Murió “para llevarnos a Dios”.  Mire QUIÉN está haciendo “qué” (observación) en esta porción (perícopa) del versículo.  No acercamos a nadie (ni a nosotros mismos) a Dios.  Dios actúa “hacia” nosotros o no sucede nada que nos “salve”.  No Lo “elegimos”.  Él nos “escogió” y nos “lleva” hacia Sí Mismo.  Porque Él todavía nos ama – pero - Él es santo.  No podemos ser “llevados” a ninguna parte sin que nuestros pecados sean eliminados.  Entonces, el Justo murió por los injustos para que pudiéramos ser como Él.  Santo.

Y nuestra “santidad” imputada se expresa en la última parte de este versículo.  “Muerto en la carne pero vivificado en el Espíritu”.  Jesucristo es nuestro ejemplo.  Él es nuestro Señor.  Lo que Él hizo por nosotros requiere que Lo sigamos.  “Debemos morir a nosotros mismos” (Lu. 9:23).  Y esta idea se vuelve cada día más confusa.  En el mundo cruel y duro de hoy, la bondad se confunde rápidamente con la debilidad.  Nosotros, como cristianos, cometemos este error con regularidad.  Especialmente cuando se trata de Jesucristo o Su cuerpo.  Vamos y venimos como nos plazca.  El respeto por todo y por todos está desapareciendo.  Se han escrito muchos libros sobre la "transformación" que sufren las personas cuando la vida se vuelve "dura".  Los guardias más crueles de las cárceles de Alemania durante el Holocausto eran gente “cotidiana” – carteros, carniceros, reparadores de automóviles.  La humanidad cubre su depravación con un “brillo” de civilización.  Hoy, ante nuestros ojos, el “brillo” está desapareciendo rápidamente en la sociedad y en Su cuerpo – la iglesia.  Hay muy poca vergüenza.  Sería “sabio” considerar cuidadosamente dónde nos encontramos en el plan de Dios.  Debemos amarLo a Él y a los demás.  Debemos "morir" a nosotros mismos y "vivir por el Espíritu".  El Espíritu quiere que amemos al Señor y Su cuerpo.  “No nos cansemos de hacer el bien”. (Gá. 6:9)  Así como Él fue vivificado y resucitó de la tumba, el Espíritu Santo nos ha hecho “nacer de nuevo”.  Debemos vivir nuestras vidas buscándoLo a Él y Su gloria.
Porque también Cristo murió 
por los pecados una sola vez, 
el justo por los injustos, 
para llevarnos a Dios, 
muerto en la carne pero vivificado en el Espíritu.

1 comment:

Hacedores de SU Palabra

Santiago 1:22  Sean hacedores de la palabra  y no solamente oidores que se engañan a sí mismos. Santiago, el medio hermano de nuestro SEÑOR ...