Monday, November 18, 2024

Procuradores de la Paz

Mateo 5:9
Bienaventurados los que procuran la paz, 
pues ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los que procuran la paz. DE ACUERDO.  Excelente.  ¿Qué exactamente es procurar la paz?  Excelente pregunta retórica.  Necesitamos explorar esto un poco...

Lo primero que viene a la mente es el evangelio.  La noche en que nació Jesucristo, los ángeles cantaron – “paz en la tierra, buena voluntad para con los hombres en quienes Él se complace”.  Jesucristo nació para brindar paz a aquellos que había elegido.  La paz que Él creó en Su muerte y resurrección es la paz de las relaciones restauradas con nuestro Padre celestial.  Dios estaba profundamente enojado con nosotros por los pecados que cometimos (y aún cometemos).  Su ira fue apaciguada (propiciada) en la cruz.  Tenemos paz con Dios.  Y hoy, quienes comparten la oportunidad de tener paz con Dios son los “hijos de Dios”.  Aquellos que difundan el “evangelio” (las BUENAS NUEVAS de salvación) serán bendecidos.

Otro aspecto de un “procurador de paz” es aquel que participa en restaurar las relaciones dañadas en esta vida.  Tenemos hermanos y hermanas en la iglesia que están sufriendo.  En su dolor, arremeten contra los demás y dañan las relaciones.  Es nuestra responsabilidad “amar” a nuestros hermanos y hermanas.  Debemos participar en la reparación de las relaciones.  También se nos instruye a ser "conscientes" de las relaciones que desarrollamos con quienes nos rodean.  “Si es posible, en lo que de vosotros dependa, estad en paz con todos los hombres”. (Rom. 12:18) Esta paz debe mantenerse con la gente en la iglesia y fuera de la iglesia.  Debemos ser un pueblo de paz amable y gentil – tanto como sea posible.

Hay otro tipo de “paz” que es más personal, más íntima, más dolorosa.  Paz con uno mismo.  Estamos en guerra con nosotros mismos.  La “carne” opone su deseo al Espíritu. (Gál. 5:17) La Biblia nos instruye a “hacer discípulos”.  A medida que ayudamos a otros a crecer en su comprensión de Jesucristo, gradualmente se vuelven conscientes de la profundidad de su propio egocentrismo.  Poco a poco se dan cuenta de que “es más bendecido dar que recibir”.  Literalmente.  Pero este proceso de santificación es doloroso.  Nuestra “carne” realmente no quiere morir.  Nos “duele”. Luchamos con “nosotros mismos”.  Las personas que nos ayudan a crecer en nuestra comprensión de TODO lo que Jesucristo ha hecho por nosotros son “procuradores de la paz”.  Nos ayudan a comprender que renacemos a una nueva vida y que ya no somos “nuestros”.  Pertenecemos – eternamente – a Jesucristo.  Y esperamos con ansias la oportunidad de “morir a nosotros mismos” por Él.  

ES BUENO ser un “procurador de la paz”.  Practiquemos hoy ser procuradores de la paz.
Bienaventurados los que procuran la paz, 
pues ellos serán llamados hijos de Dios.

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