Mateo 5:9
Bienaventurados los que procuran la paz,
pues
ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados
los que procuran la paz. DE ACUERDO.
Excelente. ¿Qué exactamente es procurar la paz? Excelente pregunta
retórica. Necesitamos explorar esto un
poco...
Lo
primero que viene a la mente es el evangelio.
La noche en que nació Jesucristo, los ángeles cantaron – “paz en la
tierra, buena voluntad para con los hombres en quienes Él se complace”. Jesucristo nació para brindar paz a aquellos
que había elegido. La paz que Él creó en
Su muerte y resurrección es la paz de las relaciones restauradas con nuestro
Padre celestial. Dios estaba
profundamente enojado con nosotros por los pecados que cometimos (y aún
cometemos). Su ira fue apaciguada
(propiciada) en la cruz. Tenemos paz con
Dios. Y hoy, quienes comparten la
oportunidad de tener paz con Dios son los “hijos de Dios”. Aquellos que difundan el “evangelio” (las
BUENAS NUEVAS de salvación) serán bendecidos.
Otro
aspecto de un “procurador de paz” es aquel que participa en restaurar las
relaciones dañadas en esta vida. Tenemos
hermanos y hermanas en la iglesia que están sufriendo. En su dolor, arremeten contra los demás y
dañan las relaciones. Es nuestra
responsabilidad “amar” a nuestros hermanos y hermanas. Debemos participar en la reparación de las
relaciones. También se nos instruye a
ser "conscientes" de las relaciones que desarrollamos con quienes nos
rodean. “Si es posible, en lo que de
vosotros dependa, estad en paz con todos los hombres”. (Rom. 12:18) Esta paz
debe mantenerse con la gente en la iglesia y fuera de la iglesia. Debemos ser un pueblo de paz amable y gentil –
tanto como sea posible.
Hay
otro tipo de “paz” que es más personal, más íntima, más dolorosa. Paz con uno mismo. Estamos en guerra con nosotros mismos. La “carne” opone su deseo al Espíritu. (Gál.
5:17) La Biblia nos instruye a “hacer discípulos”. A medida que ayudamos a otros a crecer en su
comprensión de Jesucristo, gradualmente se vuelven conscientes de la
profundidad de su propio egocentrismo.
Poco a poco se dan cuenta de que “es más bendecido dar que
recibir”. Literalmente. Pero este proceso de santificación es doloroso. Nuestra “carne” realmente no quiere
morir. Nos “duele”. Luchamos con
“nosotros mismos”. Las personas que nos
ayudan a crecer en nuestra comprensión de TODO lo que Jesucristo ha hecho por
nosotros son “procuradores de la paz”.
Nos ayudan a comprender que renacemos a una nueva vida y que ya no somos
“nuestros”. Pertenecemos – eternamente –
a Jesucristo. Y esperamos con ansias la
oportunidad de “morir a nosotros mismos” por Él.
ES BUENO ser un “procurador de la paz”. Practiquemos hoy ser procuradores de la paz.
Bienaventurados los que procuran la paz,
pues ellos serán llamados hijos de Dios.
Favor de escribir tus comentarios aquí. Gracias.
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