1 Juan 4:16
Y nosotros hemos llegado a conocer y hemos
creído el amor
que Dios tiene para nosotros.
Dios es amor,
y el que permanece
en amor permanece en Dios
y Dios permanece en él.
Hemos
llegado a conocer… Vinimos. Él nos
“trajo” – en los caminos de nuestra vida – nos “encontró”. Nuestro Señor es omnisciente. PERO, igual que es omnisciente – nuestro SEÑOR es
amor. Él es santo y es amor. Cuando Lo “encontramos” – llegamos a conocer
ambos. Abrazamos con entusiasmo Su amor
y poco a poco, con algo de resentimiento, aceptamos Su santidad en
nosotros. El “amado” apóstol Juan, con
la actitud bondadosa, paciente y amorosa que aprendió de su estrecha relación
con el Señor, se centra en Su amor en este versículo. “Hemos llegado a conocer y hemos creído el
amor que Dios tiene para nosotros”.
Y es
un amor increíble que atraviesa la eternidad y nos rescata de lo que
merecemos. El amor de Dios se extiende
desde el momento en que nacemos en nuestros cuerpos físicos y nos cubre a
través de la eternidad hasta el futuro.
Somos Suyos para siempre. Y Su
amor por nosotros nos mantendrá a Su lado – para siempre. Nada en la creación puede alterar lo que Él
ha hecho por nosotros. Nada. Su amor venció, vence, y vencerá cualquier
obstáculo que nos impida estar con Él.
¿Has
conocido este amor? Es puro. Profundo.
No hay inseguridad en Su amor. Ya
nadie duerme acurrucado en una pelota defensiva y asustada. El sueño es tranquilo. Calma.
Porque Su amor vence los miedos y tribulaciones que tenemos en esta
vida. Le pertenecemos a Él para
siempre. Y la certeza de nuestro futuro
nos permite “descansar” en Él. Ya no
necesitamos "mostrar" a los demás lo que "sabemos". Porque “conocemos” Su amor. Y eso es suficiente. Simplemente queremos “compartir” este amor
con los demás. Porque Él compartió tanto
con nosotros.
Evangelizar
se vuelve tan fácil como respirar cuando “entendemos” que somos seres
temporales en un mundo caído. Nos despertamos con el deseo de compartir Su amor
con los perdidos. No pedimos ser amados tan profundamente, tan puramente, tan
ricamente, tan eternamente. PERO – ÉL ha hecho esto por nosotros. Y es natural
responder con un corazón lleno de gratitud. ¡¡Responde con un corazón que
anhela compartir lo BUENO que es nuestro Señor!!
A
medida que aprendemos a “permanecer” en Su amor, nos tranquilizamos. “Disfrutamos” de Su presencia. Y “anhelamos permanecer” en este amor
eterno. Sabemos que somos amados. Estamos seguros. Nuestro Padre celestial llena el anhelo vacío
en nuestros corazones desesperados. Con
Su amor que se extiende por la eternidad.
Somos eternamente salvos y disfrutamos la oportunidad de “permanecer” en
Su amor. Hoy. Todo el día.
Sonriendo a pesar de los problemas que encontramos. Sonriendo a pesar de la muerte y la ira en
este mundo caído. Porque Lo conocemos y Su
plan eterno es bueno. Y Él realmente nos
ama. Y Él “permanece” con nosotros. El Señor de la creación se sienta con
nosotros en nuestros corazones. Cuando Le permitimos hacerlo. Cuando Lo
recordamos e invitamos Jesucristo sentar en nuestro corazón. Cuando nos ponemos Su yugo. Y Él nos ama humildemente y nos muestra el
“camino” que quiere que “caminamos” hoy.
Y nosotros hemos llegado a conocer y hemos creído el amor
que Dios tiene para nosotros.
Dios es amor,
y el que permanece en amor permanece en Dios
y Dios permanece en él.
Favor de escribir tus comentarios aquí. Gracias.
ReplyDelete