2 Tim. 1:9
Él nos ha salvado
y nos ha llamado con un
llamamiento santo,
no según nuestras obras,
sino según Su propósito
y según
la gracia que nos fue dada
en Cristo Jesús
desde la eternidad,
Dios
es omnisciente. Él sabe todo lo que hay que saber – para siempre. Este
versículo, escrito por Pablo a su discípulo Timoteo, se suma al gran volumen de
pasajes bíblicos que declaran con calma y solemnidad que Dios nos escogió para
salvación. No LO escogemos nosotros a Él (ver Is. 46:10; Rom. 8 y 9; Ef. 1 y 2;
y otros pasajes).
Dios
nos llamó con un llamado santo. ÉL ES santo. ÉL requiere santidad para tener
una relación con ÉL. No podríamos hacernos santos nosotros mismos. Por esta
razón, ÉL envió a SU único HIJO para proveer un sacrificio perfecto. La muerte
de JESUCRISTO en la cruz satisfizo (propicio) la ira de DIOS hacia nuestro
pecado. JESUCRISTO tomó nuestros pecados e imputó (colocó) SU perfecta justicia
en nosotros. Somos hechos “santos” por la ofrenda perfecta de SU vida. Y ÉL nos
salvó para siempre. Somos “comprados” (redimidos). Nuestras vidas ya no son
“nuestras”. Debido a que ÉL nos salvó con un “llamado santo”, ÉL quiere que
vivamos vidas santas. ÉL quiere que aprendamos a “tomar nuestra cruz cada día y
seguirLO”.
No
somos “salvos” ni “llamados” por nuestras obras. Efesios 2:8-9 hace esta simple
declaración nuevamente: “Porque por gracia son salvos por medio de la fe; y esto
no de ustedes, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se
gloríe”. Ni siquiera podemos decir que LO “escogemos”. (Nuestra “elección” es
algo que “hacemos”.) Según la palabra de
DIOS, nuestra salvación comienza y termina en ÉL. No “escogemos” a DIOS.
Estamos espiritualmente muertos. Las cosas muertas no pueden “escoger” la vida.
Las cosas muertas tienen que ser objeto de acción para poder vivir. Lázaro no
escogió “volver a la vida” (Jn. 11). JESUCRISTO lo “llamó” de la tumba, y
Lázaro salió con sus vendas. DIOS nos “llamó” con un llamado santo, no conforme
a nada que hayamos hecho o “hacemos”.
Él nos
llamó “conforme a Su propósito”. Hay mucho en esta vida que no entiendo. A
medida que avanzo en experiencia y conocimiento, la duda sobre mi capacidad de
entender a DIOS aumenta. ÉL ES DIOS. SUS caminos no son nuestros caminos. ÉL
tiene un propósito para nuestras vidas que es mucho más grande y profundo que
nuestro entendimiento. Necesitamos aprender a aceptar el hecho (y la realidad)
de que ÉL ESTÁ trabajando en SU creación. Y ÉL quiere usar nuestras vidas (las de los “escogidos”) para
SU gloria. ÉL no nos pide que entendamos todo lo que ÉL está haciendo. ÉL nos
pide que “confiemos y obedecemos”. ÉL anhela que nos comportemos como SUS hijos
– SUS escogidos que son “llamados con un llamamiento santo”.
Él
también nos llamó conforme a Su gracia. No hay nada en un ser muerto que haya
motivado a DIOS a “escogernos”. Estamos muertos espiritualmente (Efesios 2). No
podemos “hacer” nada para ganarnos SU favor o gracia. Él nos llamó porque Él escogió
hacerlo. La definición de gracia es – un regalo inmerecido. Un regalo que se da
sin ninguna otra razón que la de que el DADOR escogió darlo. En nuestro caso –
debido a SU amor eterno por nosotros. Él proveyó gracia (vida eterna) sobre las
vidas de muy pocos (escogidos) porque Él escogió hacerlo. Nosotros no lo “escogemos”
a Él. Él nos escogió a nosotros. La gracia eterna es un concepto profundo
cuando se considera bíblicamente. Su amor es eternamente profundo. Él murió por
nosotros en una cruz terrible, mientras que nosotros no “hicimos” nada para
merecer SU muerte vicaria, porque Él quería demostrar SU santidad (juicio de
los pecados) y amor a SU creación. La gracia es abrumadoramente profunda. La
gracia es abrumadoramente BUENA para sus receptores. Y Él nos llamó eternamente
según Su gracia.
Y SU
gracia nos fue concedida “en” JESUCRISTO. La muerte de JESUCRISTO en la cruz es
el punto central de la gracia de DIOS en la creación. DIOS se hizo hombre – SE
envolvió en carne humana – para poder morir una muerte física en nuestro lugar.
Esta creación es importante para su CREADOR. ÉL envió a SU único HIJO a morir –
para que pudiéramos ser “perdonados”. Para que pudiéramos SER santos. Porque ÉL
ES santo. DIOS planeó y ofreció un sacrificio perfecto – ÉL MISMO. Para que
pudiéramos ser eternamente y perfectamente perdonados. Para siempre. Nuestra
salvación está completa. No hay nada que podamos hacer para cambiarla. Sólo
debemos responder a este amor eterno con vidas que LO honren. Debemos responder
con un profundo y fuerte deseo de ser santos. Porque ÉL ha hecho todo por
nosotros. ÉL proveyó lo que no sabíamos que necesitábamos – perdón y santidad.
Dios
“escogió” hacer esto “desde toda la eternidad”. Antes de que el sol comenzara a
brillar, Dios tenía un plan. Un plan soberano, santo, increíble. Él planeó
crear una creación donde el “pecado” fuera posible. Él permitió que la creación
“cayera”. Él hizo todo esto para demostrar a SU creación QUIÉN ES ÉL. UN DIOS
de santidad y amor. SU santidad y amor chocaron entre sí en la cruz. SU
santidad requirió la satisfacción de SU santa ira y enojo contra los pecadores
y sus pecados. SU amor dio a SU único HIJO en nuestro lugar. Para que
pudiéramos pasar la eternidad con ÉL (ELLOS – Trinidad). Y ÉL planeó esto antes
de crear el sol. (Efesios 1; Romanos 9) Al reflexionar sobre estas verdades, se
hace obvio que las criaturas pecadoras NO tienen NADA que ver con su salvación.
ÉL declaró esto antes de crear la creación. Nuestro DIOS es soberano. ÉL ES
omnisciente. El tiempo no lo detiene. ÉL creó el tiempo para SUS propósitos. Y
un “día” – el tiempo tal como lo conocemos terminará. Él será nuestra luz. No
habrá sol. No habrá luna. No habrá estrellas. Solo Él y nosotros en Su
presencia – para siempre. Porque eso es lo que Él escogió “hacer”.
¿Y
cuál es nuestra “respuesta razonable”? (Rom. 12:1-2) Debemos honrarLO con vidas
que demuestren nuestro respeto / aprecio por “quiénes” SOMOS “en” ÉL. SUS hijos
escogidos. SU pueblo preferido. Debemos hablar de ÉL y de SU bondad todo el día
a cualquier persona y a todo el mundo. ÉL ES muy bueno. ÉL ES amor. ÉL ES
santo. Y ÉL escogió ser BUENO con nosotros desde toda la eternidad.
Él nos ha salvado
y nos ha llamado con un llamamiento santo,
no según nuestras obras,
sino según Su propósito
y según la gracia que nos fue dada
en Cristo Jesús
desde la eternidad,
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