Romanos
3:25
a quien Dios exhibió públicamente
como
propiciación
por Su sangre a través de la fe,
como
demostración de Su justicia,
porque en Su tolerancia,
Dios pasó por alto
los pecados cometidos anteriormente,
¡Ponte a
pensar hoy! 😊
La palabra para "propiciación"
en Romanos 3:25 – en griego koiné – es un sustantivo: ἱλαστήριον (hilasterion – véase Éxodo
25:17-22). Significa "propiciatorio" ("silla" de misericordia).
En el Antiguo Testamento, el propiciatorio es un trono de gracia debido a la
propiciación. La sangre sacrificial rociada sobre la tapa del arca, donde se
encontraba la presencia de Jehová, cambió lo que de otro modo sería una escena
de terrible juicio en una llena de misericordia, convirtiéndola en cierta
medida en el propiciatorio. Sin embargo, la sangre animal fue eficaz solo en la
medida en que proporcionó una base justa sobre la cual Dios pudiera pasar por
alto los pecados hasta que Jesucristo viniera y derramara Su propia sangre por
ellos. Dios fue propiciado anteriormente solo hasta el punto de diferir el
juicio.
En el Nuevo
Testamento, Jesucristo, al ser rociado, por así decirlo, con Su propia sangre sobre
Su Cuerpo en el Gólgota, se convierte en el Propiciatorio. Él es el Propiciador
y ha propiciado al responder de tal manera a las justas exigencias de la
santidad de Dios contra el pecado, que el cielo se vuelve propicio. Esta
existencia de propiciación debe ser creída. Ciertamente, no se debe pedir el
cambio si ya se ha realizado. Las compuertas de la misericordia divina están
abiertas; sin embargo, el flujo fluye solo a través del canal que es Jesucristo
como Propiciador.
La propiciación
es el lado divino de la obra de Jesucristo en la cruz. La muerte de Jesucristo por el
pecado del mundo cambió por completo la relación de la humanidad con Dios, pues
Él reconoce lo que Jesucristo hizo por el mundo, independientemente de si el hombre
entra en él o no. Nunca se dice que Dios esté reconciliado, pero Su actitud
hacia el mundo cambió cuando la relación del mundo con Él cambia radicalmente
mediante la muerte de Jesucristo.
Dios es propicio
con los no salvos y con el santo pecador: “Y Él es la propiciación por nuestros
pecados; y no solo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1
Juan 2:2). Cabe destacar que Dios salva a un pecador o restaura a un santo sin
agredir ni siquiera criticar. Con demasiada frecuencia se supone que el
arrepentimiento y la tristeza humanos ablandan el corazón de Dios y lo hacen
propicio. Esto no puede ser cierto. Es el hecho legal de que Jesucristo cargó
con todos los pecados lo que hace a Dios propicio.
La verdad más
determinante con la cual debe armonizarse toda predicación del evangelio es que
Dios es propicio; de esta manera se le quita toda la carga al pecador o
cristiano, dejándole solamente creer que al llevar Cristo su pecado, Dios es
propicio (satisfecho).
El publicano
subió al templo a orar después de haber presentado su sacrificio, como era
costumbre (Lucas 18:13). La Versión Autorizada relata que dijo: “Dios, sé misericordioso
a mí, pecador”. Lo que realmente oró fue (R.V. marg.): “Dios, sé propicio (ἱλάσκομαι - hilaskomai - verbo - propiciar) a mí,
pecador". No pidió misericordia como si debiera
persuadir a Dios para que fuera propicio, sino en plena armonía con la relación
existente entre el pueblo del pacto del Antiguo Testamento y Dios, y con base
en su ofrenda o sacrificio, le pidió a Dios que fuera propicio sobre esa base
especial. Tal oración, desde la muerte de Jesucristo, es completamente errónea.
En la presente era de gracia, no es necesario pedirLE a Dios simplemente que
sea misericordioso con el pecado, pues no puede serlo. Además, dado que la
muerte de Jesucristo hizo a Dios propicio, ni siquiera hay motivo para pedirLE
que sea propiciado. De hecho, hacerlo se convierte en una incredulidad
absoluta, y la incredulidad no puede salvar a nadie. El Cuerpo rociado con
sangre de Jesucristo en la cruz se convirtió hace mucho tiempo en el
propiciatorio para el pecador, de una vez por todas. Es allí, pues, donde Dios,
en justicia, puede encontrar al pecador con la salvación y restaurar al santo a
la comunión. El propiciatorio se convierte en un trono perpetuo de gracia. Lo
que de otro modo sería un terrible trono de juicio se transforma en uno de
infinita misericordia.
(Todas las notas de hoy son directamente traducidas del libro de
Lewis Sperry Chafer - Teología Sistematica
Se ofrece estos libros en español.)
Cuando crecemos en conocimiento - se aumenta nuestro entendimiento de
Su gracia sobre nosotros.
a quien Dios exhibió públicamente
como propiciación
por Su sangre a través de la fe,
como demostración de Su justicia,
porque en Su tolerancia,
Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente,
Favor de escribir tus comentarios aquí. Gracias.
ReplyDelete