Thursday, May 15, 2025

Vidas Efectivas

Efesios 4:29  
No salga de la boca de ustedes ninguna palabra mala, 
sino solo la que sea buena para edificación, 
según la necesidad del momento, 
para que imparta gracia a los que escuchan.

Cuando leí este versículo esta mañana, sentí como si me hubieran echado un(a) balde (cubeta) de agua helada, o como si me hubieran dado una bofetada (cachetada). Necesito aprender a controlar mi lengua. Santiago también tiene buenas reflexiones sobre este problema... ¿Puedo sugerir amablemente que tomemos este versículo en serio? Todos deberíamos "pensar" más y hablar con más reflexión...

“No salga de tu boca ninguna palabra mala.” Eso es suficiente para reflexionar. De vez en cuando vislumbramos quiénes somos – provisto por EL ESPÍRITU SANTO. Y este versículo – bajo la guía y convicción del ESPÍRITU SANTO – muestra muchas imperfecciones. Muchas cosas que tienen que cambiar. Ahora. No mañana. No cuando mi vida "mejore". 

Siempre entendemos esa parte al revés. Siempre culpamos a DIOS. Una vez que el estrés disminuya, cuando tengamos más dinero, cuando tengamos más… lo que sea - cambiaremos nuestro comportamiento y nuestras vidas mejorarán. “DIOS sabe cuánto queremos cambiar…” – y prometemos que lo haremos – cuando ÉL nos dé esto o haga aquello… Esta es una lógica al revés. Si aplicamos la Palabra de DIOS hoy – nuestras vidas mejorarán hoy. Confía y obedece. Así que – no permitas que ninguna palabra mala salga… hoy. En todo el día.

Ahora bien – Pablo – guiado por el ESPÍRITU SANTO no se limita a nuestro silencio. No basta con callar. Muchas veces, en esta vida ajetreada y confusa, no respondemos a preguntas ni comentarios. El silencio no siempre proviene de la sabiduría. En muchos versículos del Antiguo y el Nuevo Testamento, se nos instruye a “conocer” la palabra de DIOS. El silencio es mejor que hablar con insensatez. El ESPÍRITU SANTO quiere que seamos un pueblo de “luz”. Un pueblo de “sal”. No fuimos salvos para vivir en silencio. Ni para asistir a la iglesia todos los domingos e irnos a casa. Fuimos salvos eternamente y nos dejó en este planeta caído y polvoriento para honrar a nuestro SALVADOR. Pablo pensó en el “costo” de nuestro rol / propósito en esta vida de esta manera: “Ahora me alegro de mis sufrimientos por ustedes, y en mi carne, completando lo que falta de las aflicciones de CRISTO, hago mi parte por SU cuerpo, que es la iglesia”. (Col. 1:24) Por favor, comprendan que debemos estudiar la palabra de Dios intensamente – con disciplina – para poder “responder a la necesidad del momento” – en cualquier momento – en esta vida caída. A veces – rara vez pero con seguridad – el silencio es la respuesta correcta y sabia. La MAYORÍA de las veces, no lo es. Si queremos palabras que “sean edificantes” – debemos pagar el precio – completar los sufrimientos de nuestro SEÑOR. Debemos ESTUDIAR SU palabra.  Necesitamos CONOCERLO a través de SU palabra para poder responder por ÉL mientras estemos en esta vida. Debemos SER SU luz – SU sal – en cualquier momento de nuestra existencia.

Y la meta es que podamos “dar gracia a los que oyen”. DIOS – en la forma de JESUCRISTO y el ESPÍRITU SANTO residen (moran) en nosotros. Ahora mismo. Y quieren que SEAMOS útiles para la gloria de JESUCRISTO – no para la nuestra. Cuando abrimos la boca – debemos dar “gracia a los que oyen”. JESUCRISTO nos amó lo suficiente como para esperar nueve meses en el vientre de María, caminar y barrer los pisos de la casa de José y María, ayudar a construir algunos muebles durante varios años, antes de comenzar SU ministerio. Luego pasó 3 años mostrándoles a todos que DIOS MISMO – EMMANUEL – llegó. ÉL vino. Luego pasó 3 horas terribles SIENDO “hecho pecado” (cualquier idea trágica que esto comunique – no está claro pero es duro) para que pudiéramos ser eternamente perdonados. Y después de todo esto – ÉL nos pide que vivamos hoy para ÉL. Nuestras vidas ya no son “nuestras”. Hemos sido comprados. Somos esclavos de CRISTO. Y ÉL quiere que hablemos gracia a los que oyen. Hoy. Todo el día. Entonces - habla. A las personas con las que te encuentres. Todo el día. Y usa todo el conocimiento bíblico posible. Al reconocer la necesidad de CONOCER SU palabra.  Para que podremos honrarLO por unos años. Antes de que ÉL nos lleve a nuestro “hogar”.
No salga de la boca de ustedes ninguna palabra mala, 
sino solo la que sea buena para edificación, 
según la necesidad del momento, 
para que imparta gracia a los que escuchan.

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