Saturday, June 8, 2024

Nuestro Señor Es Confiable en Todo

Habacuc 3:19

El Señor Dios es mi fortaleza;
Él ha hecho mis pies como los de las ciervas (gacela, venado),
Y por las alturas me hace caminar.

Para el director del coro, con mis instrumentos de cuerda.


La fuente inagotable de fortaleza y confianza necesarias para la satisfacción y el contentamiento es el Soberano (’ădōnāy) SEÑOR (Yahweh) mismo. La fuerza que Él da es como el poder que se encuentra en las patas de un ciervo, una gacela o cualquier animal activo y de patas veloces. Así como un ciervo puede atravesar rápidamente un bosque oscuro, el profeta dijo que él podía moverse con alegría en circunstancias difíciles. Aunque sus piernas temblaron (v. 16) ante la asombrosa teofanía de Dios, ese mismo Señor era Su gozo (v. 18), fortaleza (v. 19) y seguridad. Además, Dios permitió al profeta caminar sobre las alturas. No sólo pasaría por las pruebas; también subiría a las cimas de las montañas de la victoria y el triunfo. El lenguaje poético de este versículo es común en otros pasajes (p. ej., Deut. 32:13; 2 Sam. 22:34; Sal. 18:33). Un ciervo o una gacela representan fuerza, seguridad, belleza y velocidad.
Las palabras finales, Para el director de música. En mis instrumentos de cuerda, sirven como apéndice y están relacionados con el encabezamiento de la oda doxológica del profeta (Hab. 3:1). Se refieren al uso de esta canción en la adoración. El profeta designó su salmo para su uso en el culto público acompañado por músicos con instrumentos de cuerda. El amargo zumbido de las quejas de Habacuc (1:2–4, 12–2:1) fue reemplazado por acordes vibrantes de esperanza y felicidad.

El Señor Soberano da triunfo sobre las circunstancias a quienes confían en Él. La manera de liberarse de la carga es ponerse justo debajo del Señor. Estar bajo el Señor es estar sobre las circunstancias. Esa lección vale el precio del libro, especialmente cuando el mundo parece un pozo negro de arenas movedizas. 

Habacuc estaba a punto de “hundirse” cuando comenzó este libro. Destrucción, violencia, lucha, conflicto, injusticia y maldad fue todo lo que pudo ver. Pero clamó a Dios y su clamor no pasó desapercibido. El Señor no sólo respondió a su queja sino que también le brindó la confianza necesaria para sacarlo del atolladero. Habacuc comenzó en los pozos, pero terminó en la cima de la montaña. Su viaje no fue precisamente fácil, pero sin duda valió la pena.
Dios dirigió a Habacuc a través del diálogo (capítulo 1) en el que reveló Sus planes para disciplinar a Judá y destruir a Babilonia. Luego, por orden de Dios, Habacuc registró un lamentable canto fúnebre (capítulo 2) que justificó aún más el juicio de Dios sobre Babilonia. Finalmente, el profeta alcanzó un pináculo de alabanza en el que Dios se reveló en toda Su gloria y poder. La doxología (capítulo 3) concluyó con la confianza inquebrantable de Habacuc en el Señor.
Las quejas del profeta fueron acalladas por la confianza. Su miedo se convirtió en fe. Habacuc pasó de ser un profeta amargado y nervioso, agobiado por cargas, a ser un predicador seguro y alegre, animado por bendiciones. Los justos, los rectos, los felices, los contentos, los victoriosos viven de su fe. ¡Sí, la fe es la victoria que vence al mundo! (1 Juan 5:4)
Comentario de Habacuc 3:19 escrito por Ronald Blue (1985) 
Comentario del Conocimiento Bíblico

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