Salmo 25:9
Él dirige a los humildes (afligidos, mansos) en la
justicia,
Y enseña a los humildes (afligidos, mansos) Su camino.
Como
estamos aprendiendo en la “hermenéutica” en la iglesia, el “ÉL” en este
versículo no está definido.
"ÉL" está incluido en la conjugación del verbo - "dirige". QUIÉN es “ÉL” – se define en el versículo 8 –
“ÉL” es YHWH. El UNO santo y
venerado. El DIOS del “YO SOY el que YO
SOY”. Aquel que se mostró SU espalda a
Moisés y dejó el rostro de Moisés brillando con gloria Shekhiná. ÉL es quien dirige.
ÉL guía. Pero ÉL no “guía” a los que oran rápidamente:
“Oh Señor, bendice mi día”. ÉL no guía a
quienes toman sus decisiones diarias basándose en lo que escogieron vivir
ayer. ÉL no guía a personas que tienen
“prisa” y tanto que “hacer”.
ÉL
guía a aquellos que están dispuestos a admitir que no saben CÓMO vivir esta
vida. ÉL guía a quienes dudan sobre la
respuesta correcta ante una situación determinada. ÉL dirige la “mente humilde, piadosa y
modesta, que prefiere soportar las injurias antes que devolverlas”. ÉL guía a los de corazón “quebrantado”. Los mansos, miserables, gentiles, humildes. ÉL dirige aquellos.
Entonces,
cuando estés “apurado” durante tu día y te cruces con alguien que barre el
pasillo, limpia la calle o retira la basura – recuerda. YHWH está mucho más inclinado a guiar a ellos. Jesucristo dijo: “Llevad
mi yugo sobre vosotros y aprended de Mí, que SOY manso y humilde de corazón, y
encontrarás descanso para vuestras almas”. (Mt. 11:29) YHWH nos pide que seamos como
ÉL. Y nuestra naturaleza pecaminosa odia
ser humilde. Preferimos con mucho
nuestras “exigencias” a DIOS. “Arregla
esto.” “Ayúdame con esto”. Y derramamos lágrimas cuando “percibimos”
erróneamente que ÉL no cede a nuestras “exigencias”. Somos un grupo orgulloso de pecadores
“salvos”. Es mejor ser “humildes,
afligidos, modestos” delante de ÉL.
ÉL ES DIOS. No lo somos.
Y
cuando “entendemos” con QUIÉN tenemos que tratar – ÉL nos guía en
justicia. Podemos “discernir” el bien y
el mal. Maduramos en nuestra relación
con ÉL. Este es un proceso llamado
santificación. Nos volvemos como Él (Mt.
11:29). Este proceso requiere que
crezcamos en nuestro conocimiento Y entendimiento de QUIÉN ES ÉL. Necesitamos aprender y aplicar la palabra de
Dios en nuestros corazones y mentes. “Ama
al SEÑOR tu DIOS con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con
toda tu mente”. (Deu. 6:5;
Mt. 22:37) A medida que lo “entendemos” a ÉL, cedemos. NO confiamos en “nuestros” caminos –
“nuestros” hábitos – “nuestras” fortalezas de incredulidad. Queremos seguirLo. Queremos que ÉL guie. Y entendemos que ÉL dirige con suavidad y
gentileza porque ÉL ES manso y humilde.
ÉL ES DIOS. Y ÉL nos lleva a la
justicia. ÉL nos lleva a “comprender” el
bien y el mal. ÉL proporciona
discernimiento. Y aprendemos a
escuchar. Aprendemos a amar
verdaderamente a quienes nos rodean.
Aprendemos a “protegerlos” correctamente. Porque “entendemos” más claramente los
peligros que nos rodean. Y aprendemos a
escuchar a quienes se preocupan por nosotros.
Somos humildes, afligidos, mansos.
ÉL no
sólo nos ayuda a entender la justicia sino que también nos enseña SU
“camino”. “YO
SOY el Camino, la verdad y la vida”.
(Juan 14:6) Estas son las palabras de Jesucristo. Aprendemos SU Camino. Nos volvemos como ÉL. ÉL nos sorprende, a veces, con SU
claridad. Aunque ÉL es manso y humilde,
ÉL es tremendamente claro. ÉL le dijo al
joven rico que “ve y vende lo que posees y dáselo a los
pobres”. Jesucristo sabía que
estas palabras herirían el alma del joven.
Y el joven se volvió y lo dejó.
(Mt. 19:16-22) El joven rico estaba “orgulloso”. Y ÉL odia el orgullo por las personas que ÉL
creó. Porque todo lo que tienen (y son)
es porque ÉL lo permitió. No somos nada
ni tenemos nada que ÉL no nos haya permitido.
Necesitamos “comprender” quiénes somos para poder depender más profundamente
de ÉL y aprender de ÉL. Necesitamos
aprender SU Camino. Y ÉL quiere que
CONOZCAMOS SU Camino. Pero – para
aprenderlo – debemos morir. Morir a lo
que “pensábamos” que era correcto, bueno, beneficioso, etc… Y CONFIAR EN
ÉL. Aprende de ÉL. SER como ÉL.
Humilde, manso – dado a “escuchar” SU voz suave y apacible en medio de
esta “tormenta” que llamamos vida.
Él dirige a los humildes (afligidos, mansos) en la justicia,
Y enseña a los humildes (afligidos, mansos) Su camino.
Favor de escribir tus comentarios aquí. Gracias.
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