Algunas Cosas Nunca Cambian

Mateo 28:17-19  

Cuando lo vieron, Lo adoraron; 

pero algunos dudaron.   

Acercándose Jesús, les dijo: 

“Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra.  

Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones…”

El versículo 16 de Mateo 28 nos dice que los que dudaron fueron algunos de los once discípulos. Este no es un grupo de recién llegados que dudaron de la resurrección de Jesús. Estos hombres habían visto tres años de actos extraordinarios – milagros – realizados por Emmanuel – Dios con nosotros. Estos pensamientos y dudas fueron recordados por Mateo en el momento en que Jesús se disponía a ascender. A medida que pasó el tiempo y llegó el Espíritu Santo (unas semanas después), sus dudas fueron reemplazadas por una creencia tan fuerte de que los once morirían como mártires, porque se negaron a renunciar a Él.

Es interesante que Mateo mencione las dudas que se sintieron y experimentaron. Vivimos así hoy.

El mandamiento que Jesús dio – hacer discípulos – no es una petición cortés. No se habló con la “esperanza” de que se aceptara. Es un verbo imperativo y continuo: que emprendamos el proceso de “hacer discípulos” desde ahora hasta que dejemos esta vida.  HAZ lo.

Mire de cerca cómo Jesús terminó este mandato:
enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado; y ¡recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.

Este mandato de – hacer discípulos – es para todos los creyentes hasta que Jesús nos saque de esta vida caída. La ÚNICA manera en que podemos hacer discípulos es: nos convertimos en uno. No podemos enseñar lo que no sabemos o no entendemos. Jesús SABÍA que cuando pronunció estas palabras, estaba comprometiendo a Sus escogidos a una vida de estudio y aprendizaje. Toda una vida de “ser enseñable”. Una cosa a tener en cuenta sobre nuestros hermanos y hermanas en la iglesia. Se enseña a Jesús y el Espíritu Santo se mueve y ayuda a algunos a aprender y crecer, mientras que otros “dudan”. La vida sigue igual a medida que pasan los siglos.