Filipenses
2:7
sino que se despojó a Sí Mismo
tomando forma de
siervo,
haciéndose semejante a los hombres.
Este
versículo está más allá de nuestra completa comprensión. Podemos (y debemos) reflexionar sobre su
significado. Jesucristo se “despojó”
(kενόω – kenoō) a Sí Mismo. Él “dejó a
un lado / despojó / vació” Sus derechos divinos. ¿Cómo?
¿Cuánto? ¿Fue omnisciente
mientras estuvo encarnado? Tenemos la
respuesta a esta pregunta – Jesucristo no “lo supo todo” mientras estuvo
encarnado. “Pero
del día y la hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo,
sino sólo el Padre. Porque como fueron
los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre”. (Mt. 24:36-37)
Se “maravillaba” de la fe del soldado romano. (Mt. 8:10; Lc. 7:9) Él fue sorprendido porque no sabía que el soldado confiará tanto en Él - se "maravilló". Jesucristo se
“despojó” de algunos aspectos de Su omnisciencia mientras caminó sobre esta
tierra. No entendemos “cómo” hizo esto o
“cuánto” “dejó a un lado / despojó / vació”.
Pero sabemos que lo hizo porque la palabra inspirada de Dios así nos lo
dice. Él “dejó de lado” – de alguna
“manera”- Sus “derechos divinos” como Dios. Mantuvo Su deidad mientrás que "puso a un lado" algunos aspectos que Le pertenecían.
Y tomó
sobre Sí la forma de un siervo (̈δοῦλος – doulos).
Los siervos no tienen derechos.
Pertenecen completamente a su dueño.
Jesucristo vino a hacer la voluntad de Su Padre. Se “vació” de sus derechos como Dios y se
convirtió en un “siervo sin derechos”. “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir
y para dar su vida en rescate por muchos”. (Mt. 20:28) Si Jesucristo no
hubiera elegido amarnos con Su vida perfecta – y morir en nuestro lugar
(sustitutivo) – todos estaríamos eternamente condenados al infierno y luego
arrojados a un lago de fuego. “Porque conocen la gracia de nuestro Señor
Jesucristo, que siendo rico, sin embargo por amor a ustedes se hizo pobre, para
que por medio de Su pobreza ustedes llegaran a ser ricos”. (2 Cor. 8:9) “Y hallándose en forma humana, se
humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de
cruz”. (Filipenses 2:8) Los creyentes de
hoy deben considerarse siervos o esclavos de Cristo (1 Corintios 7:22; Efesios
6:6; 2 Tim. 2:24). Él es nuestro Señor y nuestra lealtad se debe únicamente a
Él. Como siervos, renunciamos a otros amos (Mt. 6:24) y nos entregamos
totalmente a Él (Mt. 16:24).
Fue
“hecho a semejanza de los hombres”.
Sabemos que Jesucristo fue 100% humano y 100% Dios mientras caminó sobre
esta tierra. No “entendemos” exactamente
“cómo” hizo esto. Hay un misterio que
nuestras mentes finitas deben reflexionar.
Dios – el eterno YO SOY – el Creador de la creación – se hizo
hombre. Nosotros lo decimos. Pero las palabras no son convincentes. ¿Qué significa – Dios se hizo hombre? No
comprendemos todo lo que Él ha hecho por nosotros. Sabemos que es verdad porque Él es perfecto y
Su palabra nos dice que esto sucedió.
“Cómo” hizo esto y “qué” significa es más profundo de lo que nuestras
mentes finitas pueden captar. Podemos (y
debemos) reflexionar sobre estos conceptos eternos. Mientras meditamos en “qué” nuestro Señor ha
hecho y “cómo” lo hizo, nuestro aprecio por Su amor se profundiza. Nuestro deseo de honrarLo crece. Queremos seguirLo en Su muerte para poder
honrarLo más. Como dijo tan sabiamente
Pablo: “Ahora me alegro de mis sufrimientos por ustedes, y en mi carne, completando
lo que falta de las aflicciones de Cristo, hago mi parte por Su cuerpo, que
es la iglesia”. (Col. 1:24) No es fácil
ni agradable “morir por Cristo”. Nuestra
carne insiste en el consuelo, la tranquilidad, “una vida mejor” en esta vida
caída. Mateo, el recaudador de
impuestos, escuchó a Jesucristo, nuestro Señor (recuerde que somos doulous –
esclavos de Cristo – Ef. 6:6) decir estas palabras – Entonces
Jesús dijo a Sus discípulos: “Si alguien quiere
venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y que me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la
perderá; pero el que pierda su vida por causa de Mí, la hallará.”
sino que se despojó a Sí Mismo
tomando forma de siervo,
haciéndose semejante a los hombres.